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Prohibido quejarse

17/07/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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El Papa Francisco, en un nuevo capítulo del que casi podría ser un manual de humor pontificio, ha colocado en la puerta de su habitación de vacaciones un cartel que declara ‘Vietato lamentarsi’. Con apariencia de señal y en tono divertido, el anuncio advierte también de que los «transgresores están sujetos a un síndrome de victimismo con la consecuente disminución del tono de humor y de la capacidad para resolver problemas». Tal cual.

«Prohibido quejarse» se advierte a quien lleve pesimismo a Francisco, el Papa argentino que se ganó el corazón de América Latina y del mundo, famoso por sus frases y doctrinas diarias que van mucho más allá de lo religioso. Como la de este sencillo aviso que llegó al Vaticano como regalo de un psicólogo y cuyo texto me dan ganas de traducir y repartir por ahí.

Daría uno al tipo del bar que todos los días se queja de que «no hay nada» pero tiene la barra llena, por ejemplo. O a la mujer de la pescadería que se lamenta de la falta de clientes y de la competencia pero no hace nada por innovar en un negocio anclado en los años ochenta. Otra copia es para el paisano que en cada conversación reniega de su alcalde y de la oposición pero si hay elecciones se queda en casa. Y para el que maldice de los ‘ninis’ pero tiene en casa un tío de cuarenta que no la ha hincado en su vida, o a quien habla de un sector público desmedido y caro, pero está preparando oposiciones. Seguramente, tendré que hacer unas cuantas fotocopias; y usted, ¿cuántas necesita?
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