07/11/2021
 Actualizado a 07/11/2021
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Los ‘prepper’ son aquellos humanoides que se preparan para un inminente Apocalipsis (con mayúscula, como libro sagrado que es, pero talla S, manejable, que permita sobrevivir a algunos, los mejor preparados). Y se sienten más cargados de razón que nunca. Tras haber vivido una pandemia, con la luz y el gasoil por las nubes, el desabastecimiento de chips y la amenaza (más terrorífica de todas) de que no haya juguetes para Navidad, cualquiera puede convertirse en ‘prepper’ de un día para otro, dicen. Que tire la primera piedra (o pedernal) quien no haya ideado ya la composición de su mochila con el equipo de supervivencia necesario porsiaca.

Lo primero que se reservaría un buen ‘prepper’ es una linterna y una navaja (porque así nos lo han inculcado, como tomar el postre al final), pero ¿qué más? Un libro de versos le sugeriría yo, (que no leo poesía todavía pero el fin del mundo me parece un buen momento para empezar) para entretenimiento y consuelo, porque ni Comunio ni Broncano. Para las notas al margen tendría que meter también un boli de esos que pintan en cualquier circunstancia. ¿Antigravedad? Por qué no. ¿De los que se borran? Sobra, para qué. Y para qué también tanto papel higiénico, porfiaría un buen ‘prepper’, pudiendo comprar toallitas que abultan menos y limpian más. Porque, si el barco se hunde ¿qué más da que sean más contaminantes que el chapapote?

El atuendo debe ser montañero. ¿Añadimos una manta térmica? Claro. Las del Val de San Lorenzo, aunque están bonitamente arcoirisadas y las menos piconas de churra y merina son finitas, te petan media mochila. Pero si protegerse del frío es prioridad, más aún lo es encontrar qué beber. Al que se le quiten las ganas de preparativos solo pensar que toda el agua pueda estar contaminada nivel diarrea letal 4, no tiene madera de ‘prepper’. O le queda mucho camino por recorrer, porque lo primero es mantener la moral siempre alta. Y lo segundo ser práctico y tener los conceptos claros. Yo, por ejemplo, nunca he logrado eso en lo relativo a preparacionismos de fin del mundo. Porque mi idea de kit de supervivencia, además del libro de poesía y el boli antigravedad, es un maletín enterrado con documentos, dinero y lo necesario para una buena juerga. O sea, que confundo la reacción a los cataclismos con la reacción a ser perseguido por la justicia. Y además me lo puliría todo en dos días.

Dado lo anterior, de momento, mejor apostar por evitar la hecatombe y seguir usando mantas de verdad.
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