05/03/2019
 Actualizado a 09/09/2019
Guardar
Con el tiempo hemos podido comprobar que el entusiasmo con el que el capital acogió la incorporación de la mujer al mundo del trabajo tenía trampa. No creo que sea una cuestión de grandes diseños o de oscuras conspiraciones que trazan hojas de ruta ejecutadas con precisión matemática. Simplemente es pura mecánica conforme a las leyes, las leyes de la selva, que permiten que el más fuerte se imponga satisfaciendo no solo sus intereses sino sus más bajas pasiones, entre las que se encuentra la avaricia.

Porque con los años el sistema ha encontrado en la mujer una enorme vena de material de trabajo a la que explotar sin misericordia. Empujadas por un sistema de creencias en las que ellas mismas conseguían convencerse de su inferioridad y supeditación al hombre, aceptaban ser un simple complemento salarial a la economía familiar y de este modo considerar tan natural como que el sol salga todos los días que, por ejemplo, en León, el salario medio de una mujer sea un 22,59% más bajo que el de un hombre.

El problema fue mayor cuando, con la evolución del concepto de familia, muchas mujeres se convierten en las cabezas de familia y tienen que atender sus necesidades vitales y las de su prole soportando esa infame brecha salarial. Recordemos aquí que el 37,17% de las trabajadoras leonesas tienen ingresos que no superan el Salario Mínimo Interprofesional, esto es, un doce por ciento más que trabajadores leoneses.

No es exagerado decir que en este colectivo está el verdadero caldo de cultivo de las próximas revoluciones. Al igual que en el siglo XIX el proletariado que vivía en condiciones extremas de precariedad y desigualdad hizo germinar una nueva mentalidad, clave en el progreso de las libertades que iluminaron los dos últimos siglos, en la mujer como colectivo que toma autoconciencia de grupo está la sustancia social clave para el siguiente paso del progreso humano. Una revolución que llevará tiempo, como ocurrió en el pasado, construida de etapa en etapa. La próxima, este mismo viernes.
Lo más leído