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PP: Evanescencias y traiciones

27/06/2021
 Actualizado a 27/06/2021
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La política se asemeja mucho a aquella historieta protagonizada por un padre y su hijo, cuando el primero le invitó al chaval a que se subiera a una tapia y se tirara. No te preocupes –le dijo– que te recogeré en mis brazos. Y el muchacho lo hizo. Subió y se tiró. Y el padre, durante la caída, se echó a un lado. El chico, que había confiado ciegamente en la palabra de su progenitor, se estampó contra el suelo. Esto es para que no te fíes ni de tu padre, le espetó al zagal, resolviendo así la ejemplarizante instrucción.

Pues algo parecido le ha ocurrido al alcalde de Villaquilambre y su ensoñación tardía por presidir el Partido Popular de León. Se ha estrellado sobre el asfalto de la realidad. Los suyos, los de la ‘afoto’ de Astorga, lo han dejado ‘solo, fané y descangallado’ –y más tirado que a la ‘Cúquili’ en su madurez avejentada–, en el momento en que se olieron dónde se cocinaba el guiso. Y el rico estofado lo sazonaba, bendecido, Javier Santiago Vélez para auparse a la presidencia de la organización. Ya eran palabras mayores, por mucho que, después, los huidos ‘manolitos’ invocaran a Génova para vestir el santo. Unidad. Y mucha concordia, que vocea Sánchez con eso de los indultos… Y una mierda, señoría. La cabra tira al monte, como ha quedado demostrado por las frondosas tierras del Bierzo. Y próximas.

Esta es la segunda decepción –o la segunda hostia–, que, en sus andanzas políticas, sufre el zardino (gentilicio de Villaquilambre) a costa de los egoístas de turno. De los listos. De los renegados del histórico palco del PP, quienes le sacaron al ruedo como primer sobrero de Juan Martínez Majo, el hierro titular. Y el regidor del alfoz, cariacontecido, se ha ido para el desolladero, tras un alevoso puntillazo desde la contera de la barrera. Les suele ocurrir a los reparados de la vista.

Por otro lado, es tan meritorio como sagaz, que Vélez, en su condición de ganador nato y con el viento a favor, se haya curado en salud. Y, al contrario de los que van a ‘media mar’ en una barca a por un televisor, no tiene un pelo de tonto. Lo ha explicado infinidad de veces. Y lo ha demostrado. Todo es bueno para el convento, se habrá dicho. Y la despensa, a día de hoy, le rebosa, pese a alguna manzana podrida. Que las hay.

En contrapunto a ello, la última lección de vida para ‘Manolín’, es que ya sabe con quienes alterna. Estaba escrito. Lo debía haber leído en el momento en que le ofrecieron ser el ariete de unos personajes, a los que bien puede aplicarse aquello de «por sus hechos los conoceréis». Se la han metido doblada. De momento, a incensar con los bajeros. Ha perdido. Pero, pese a ello, tiene mejor condición humana que los que le vendieron. Y más nobleza.
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