Postales desde el parque (V): Playón de Bayas, ¡meca, vaya playón!

Esta es la propuesta semanal de Agustín Berrueta en la contraportada de La Nueva Crónica, que este verano se convierte en un retablo de fotógrafos, en una mirada actual al mundo a través del objetivo

Agustín Berrueta
31/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Mis primeros veranos infantiles son recuerdos de un pueblo y una playa asturiana. Mi abuela materna vivía en Turón, un pueblo minero colgado en una ladera al fondo de un oscuro valle sin salida. En mi recuerdo, el cielo era una perenne capota gris, los tejados goteaban hollín, el río no llevaba agua sino chocolate negro con tropezones y, cuando bajabas a jugar al parque, al  volver a casa te llevaban directo a la pila del fregadero, y a fe que te fregaban bien fregado, cagunrós.

Un día nos anunciaron que íbamos a pasar unos días a la playa. Yo nunca había estado en una playa ni había visto el mar, y me lo imaginaba como en los cuentos: cielo abierto, agua azul y arena dorada. ¿Y a dónde nos llevaron? A una playa de arena negra, la playa más renegrida de toda Asturias, cagunmimantu. Era la playa de Los Quebrantos, en la desembocadura del Nalón, que tiene larga continuación en el Playón de Bayas.

Ahora, las minas de Turón llevan años cerradas; el pueblo vive bajo el cielo azul, tiene una hermosa Senda Verde para pasear y el río Turón, como el Nalón, baja limpio;  ahora se puede hacer surf en Los Quebrantos y nadar en el Playón de Bayas. Pero cuando recuerdo aquellos veranos me viene a la cabeza lo que decía Víctor Manuel en aquella canción que parece un himno: «Asturias verde de monte/y negra de minerales».
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