17/06/2022
 Actualizado a 17/06/2022
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No sé si serán aficionados taurinos, yo reconozco que lo era más que lo soy, de hecho, lo era tanto que veía corridas por la tele con mi jarra de limonada. No me digan por qué, pero a raíz de tener hijos he perdido la afición, como el que pierde el olfato después de la covid o el que pierde el gusto por las uvas después de dedicarse a la vendimia.

El caso es que seguro que conocen la suerte de recibir al toro a ‘porta gayola’ que es cuando el torero se planta en el tercio frente a la puerta de chiqueros y espera la salida del toro de rodillas para citarle, normalmente con una larga cambiada, según sale como una locomotora. Aunque en la actualidad dicha suerte está algo desvirtuada porque el torero suele situarse en los medios, reduciendo el riesgo, no cabe duda que sigue siendo escalofriante y bastante temerario.

Ahora imagínense a ustedes en su día a día, vestidos con sus particulares trajes de luces en forma de mono de trabajo, uniforme, bata, traje y corbata… saltando al ruedo de la vida en el que cada día nos tenemos que enfrentar a algún que otro toro más o menos bravo, como pueden ser los problemas laborales, familiares, económicos…

Por si no fuese suficientemente complicado normalmente, ahora con toda la que está cayendo entre la subida de precios de alimentos, combustible y electricidad, la subida de tipos de interés, la falta de materias primas, la reducción de la producción agrícola, la guerra en Ucrania, el exceso de deuda, la prima de riesgo nuevamente disparada… nos hemos colocado para recibir a ‘porta gayola’ el próximo curso que viene.

Ahora empieza el verano y tras salir de estos dos últimos años de pandemia, la gente parce que no quiere oír hablar de una nueva recesión o de más problemas, simplemente aprovecha el momento y vive al día con la certeza de que por la puerta de chiqueros está a punto de salir un toro negro bragado cornalón y que según tengamos más o menos maña con el capote, podremos salir airosos o nos puede arrancar media cara como a Franco Cardeño allá por 1997 en la Maestranza.

Llama la atención esa resignación social generalizada que nos hace quejarnos en la barra de los bares, pero que no solivianta al personal lo suficiente como para salir a la calle y cantar las cuarenta a más de uno, cuando todo parece indicar que podremos llegar a ver el litro de gasolina a 3 euros en el trascurso del verano o pagar el pollo por encima de los 4,5 euros, mientras los ahorros (de quienes tengan esa capacidad de ahorrar) se van diluyendo en ese impuesto a los pobres en el que se termina traduciendo la inflación.

Este domingo tienen lugar las elecciones al parlamento andaluz y muchos somos los que creemos que el destino de Sánchez quedará marcado por lo que salga de esas elecciones. Este domingo será el mismo presidente del Gobierno el que se enfrente a un toro en La Maestranza con un capote manoseado, ajado y descolorido.
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