Por León

Francisco Javier González Rojo
17/06/2022
 Actualizado a 17/06/2022
No sé si te acuerdas de León, era muy reconocido en toda la comarca por su aspecto, con aquella barba de pobre, entrecana y alborotada que vete a saber cómo se la recortaría, seguro que a tijera y del año catapúm; ¡estaba bueno!, como para comprar maquinilla, brocha, jabón y las cuchillas. El pelo, por no llamarlo greñas, casaba con la barba, abundante y sin que le entrara el peine y que le paraba de crecer cuando acudía donde Abel el barbero, si no había y no le veía nadie, y, aquel, por caridad humana, se lo arreglaba sin que perdiera su personalidad y su fisonomía.

Siempre oí decir que era de los más ricos del pueblo pero que con la muerte de los padres y sin más familia, desprotegido, sin luces y sin ingresos fue dejando deudas en un sitio y en otro para ir subsistiendo hasta que llegó uno de fuera que se casó en el pueblo y al que se conocía por El Castiella que se hizo con todo su capital, quién sabe cómo, y así pasó de vivir a cuenta de lo que tenía a hacerlo de lo que le dieran y en vez de quejarse y amargarse a resignarse y a repartir sus risas. Se había quedado hasta sin apellidos, con el nombre a secas, sin ni siquiera mote, como León, la provincia, con nombre sí pero sin reino y sin autonomía.

Por misericordia o porque no dijeran que se le había puesto en la calle le permitieron una hornera en la parte de atrás de una de las casas que fueron suyas para sobrevivir. Aquello lo conocí de sobra pues aparecí por allí muchas mañanas, sobre todo, del invierno para llevarle una pota de café con leche que me mandaba mi madre, al ir a la escuela, por caridad cristiana. Lo que más me quedó grabado era que dormía sobre un arcón, como si tuviera féretro en lugar de cama. Y allí acabó, allí fue donde le encontraron.

Seguramente le recordarás en las tardes del verano llegando con un coloño de escobas a cuestas para poder atizar cuando llegara el frío, aunque sin leña y con pocas carnes, con eso, no iba a ser mucho lo que pudiera abrigar aquellos huesos. Lo traía de donde la ermita de Quintanilla, quizá no porque allí hubiera más escobas o estuviera más cerca ni mucho menos, sino porque, de paso, algo le pediría a la Virgen y así en el otro hombro cargaría con esa confianza en la esperanza que dan solo las madres. Religioso sí era pues iba a misa los domingos aunque entrara y saliera de la iglesia a destiempo y no se pegara a ninguno para no molestar a nadie. Lo malo era que por hacerle el favor de la limosna y que se sintiera útil se lo compraban, a menudo, por dos duros aunque diciéndole que no lo echara en beber, pero entonces, ¿cómo se iba a calentar sin lumbre y sin echarla de menos por el vino?

Que quieres que te diga de la manifestación del 10 M. A los leoneses les pasa como a León el de nuestro pueblo ahogado. Tenían mucho, era una provincia rica, pero si no dispones de capacidad de decidir, dependiente, acabas perdiéndolo todo y, en la política española, capacidad para decidir y conseguir es tener autonomía y, lo demás, cuento y perder el tiempo. Ya va para más de un mes que los sindicatos convocaron esa manifestación para que el abandono provincial en todos los sentidos tuviera repercusión en los medios de comunicación nacionales y a ver si se hacía algo. Bueno, acudieron bastantes miles de leoneses, mas, en periódicos y televisiones, ni mu ni be. Y, en cuanto a hacer, en La Bañeza, la Junta, en agradecimiento al voto al partido popular, mayoritario en la comarca en las elecciones autonómicas, organizó la entrega de los premios de Castilla y León y en el Bierzo, el Gobierno, para compensar el voto mayoritario socialista en las mismas elecciones, les vino con lo de la Térmica Cultural. Allá ellos, pero pobres de nosotros, si con eso y con sus votos alguien piensa que se arregla el futuro de León y se crearán miles de puestos de trabajo… El futuro y las ocupaciones se garantizan con inversiones en infraestructuras como las autovías León-Braganza y Ponferrada-Orense y lo duro es que los sindicalistas y los políticos leoneses saben que esas solo se conseguirán cuando sea León el que lo decide y propone y no otro que lo oculta y se interpone. Parece mentira que se esfuercen en callarlo. ¡Como si no conocieran España!

No hace tanto el presidente de Adif en visita a León dijo públicamente que el edificio conocido como la Caja Negra construido en León para el control del tráfico ferroviario del cuadrante noroeste peninsular no tenía sentido pues todo ello se podía realizar, con las nuevas tecnologías, desde Madrid. ¡Por supuesto! y desde León o desde Almería las de toda España, debería haberle afeado el alcalde leonés resignado y sonriendo a su lado como aquel León desangelado. España es un país tradicionalmente centralista y esa cultura impregna la dirección de las empresas y más las de la economía regulada y ese es el motivo de que la banca o Telefónica hayan recogido todo aquello que determina su influencia en el desarrollo socio económico territorial y lo hayan llevado desde León a la centralidad autonómica en Valladolid. Hecho improbable si León hubiere dispuesto de autonomía uniprovincial. Y como hecho insólito, que mientras la distribución empresarial privada instala en León sus centros logísticos del noroeste la Junta se empeña y el Gobierno, con Adif al frente, invierte en revertir infraestructuras en el entorno vallisoletano dejando sin sentido las leonesas.

A la mano de ese centralismo y porque el control democrático es muy débil y por ello la política es arbitraria y discriminatoria, España es un país de conseguidores y, en política, la caridad humana con aquel León de camisa deshilachada y chaqueta desabotonada se confunde con la discrecionalidad en las inversiones y la caridad cristiana con el gasto público obligado en los servicios de necesidad básica ciudadana como los que un representante leonés en el Senado enumeró para justificar que la Junta si estaba haciendo por León, sí, un instituto en Villaquilambre, un centro de salud en el Ejido y el conservatorio de música para sustituir el que ya mantenía la Diputación de León bastante antes que la invención de esta autonomía. Si esa caridad en un país como el nuestro se la dan a un intermediario para que la reparta… ¡Estás aviado!

Manifestarse hay que manifestarse pero, visto lo visto, para que se escuche, se lea y que se vea a nivel nacional, en León, tienen que salir, al menos, cincuenta mil leoneses pero a pedir su propia autonomía porque aquí todo el mundo es consciente de que la mayor desgracia llegó a León con la actual. Y hay que estar muy agradecidos a los sindicatos por la organización de esa convocatoria de clamores, pero si quieren logros aquí no vale lo que hacen todos y esperar a la política, aquí ya se requiere algo extraordinario, milagros, tirar de imaginario, como hasta que pidan por caridad ayuda al prestigioso leonés Mauro F. Guillén, recientemente nombrado presidente de la Fundación Princesa de Asturias, para que piense en un organismo, aunque fuere informal, que atraiga a participar en él a otros leoneses de prestigio que determinen las necesidades, vislumbren las potencialidades y planteen unos objetivos de decisión política y de actuaciones públicas para reinvertir la espiral de declive socioeconómico que asola estas tierras, como nunca desde cuando por aquí pasó Almanzor, y que espabilen a los leoneses para que León no termine durmiendo sobre su féretro como aquel nuestro León sobre el arcón.
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