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Por el bien que llaman común

18/01/2021
 Actualizado a 18/01/2021
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Para los que creen que el Estado de las autonomías es uno de los grandes problemas que tiene España, abundantes unos y otros, y que con la piel de toro dividida en franquicias empezaron a llegar muchos de los males de ahora, el esperpento de este fin de semana sobre la hora de inicio del toque de queda es un argumento más que efectivo para seguir en su postura.

Aunque solo piense en los términos económicos, ya no hay más debate para defender esta especie de estado federal que, por otra parte, es posible que también tenga sus ventajas frente al centralismo. Pero a pesar de que no le voy a hacer las cuentas de cuánto nos cuesta a los españoles mantener veinte gobiernos distintos, que son los que tenemos con el de coalición, las diecisiete comunidades más las dos ciudades autónomas, muchas decisiones que se toman en los despachos son la risión fuera de nuestras fronteras.

La ingenuidad propia que se espera del ciudadano medio de a pie, que crece a medida que el sujeto traga con lo primero que le echan en la televisión, puede llevar a pensar que todas las medidas que toman quienes están al mando son por nuestro bien, por el bienestar común y todas esas historietas de las clases de Religión en la escuela primaria que están muy bien y son muy bonitas hasta que sales por la puerta del colegio y te tropiezas con la vida misma.

Con esa señal presumiblemente irrefutable de que quienes hemos elegido para gobernar gobiernan por nuestro bien, supongo, se ordenó el toque de queda a las diez de la noche con el fin de contener el virus. Como a otros que también elegimos para gobernar con el convencimiento de que lo hacen por nuestro bien no les encajaba la medida y creyeron que el virus este se está volviendo más de tardeo, decidieron adelantar el arresto domiciliario dos horas.

Entonces, a los primeros, que recordemos están ahí gobernando por el bien común, no les pareció tan buena idea y van a recurrir ante un tribunal superior para que la justicia decida cuál de las formas de mandar se ajusta más a la de hacerlo por el bien común. Y así con todo, pero usted, y yo, y los demás sigamos ayudando a pagar el espectáculo.
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