Ponferradina 2 - 2 Celta B: 'Un líder de siete vidas'

La Deportiva terminará la jornada en lo más alto pase lo que pase este domingo tras empatar ante un Celta B que se puso por delante hasta en dos ocasiones e hizo sufrir a los bercianos

A. Cardenal
15/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Zabaco celebra el primer gol de la Deportiva. | FRANCISCO L. POZO
Zabaco celebra el primer gol de la Deportiva. | FRANCISCO L. POZO
Noventa minutos en El Toralín son ‘molto longos’. Que se lo pregunten al Celta B. La Deportiva empató ante el filial vigués (2-2) en un partido en el que los visitantes se pusieron por delante hasta en dos ocasiones y dejó claro que independientemente del juego o los méritos desplegados sobre el terreno de juego, los blanquiazules jamás darán un paso atrás.

Porque este sábado la Ponferradina vivió su partido más difícil de lo que va de curso. Por primera vez, los bercianos dieron sensación de ser superados por momentos por un rival que logró hacer daño al contragolpe y mostró las primeras fisuras de una zaga que hasta la fecha había rozado la perfección.

Y pese a todo, la Deportiva nunca se rindió. Incluso tras el segundo tanto de los vigueses a apenas diez minutos del final, los discípulos de Bolo no perdieron la fe y se aferraron a un choque que pudo ganar cualquiera.

Si algo funciona…


En busca de la tercera victoria consecutiva, Bolo apostó por la continuidad. Pese a que Pichín ya se encuentra recuperado de las molestias que le han impedido estar al 100% durante el último mes y medio y se reencontró con el gol ante el Inter, el técnico bilbaíno premió la regularidad de Isi o Jorge García y la entrega de Espina repitiendo el once que asaltó el Ángel Nieto.

Aún con los mismos mimbres, no salió el mismo cesto y a la Deportiva le costó arrancar. La lluvia favorecía el estilo del Celta B, con tres ‘balas’ en ataque como Eckert, Ibán y Dani Vega a las que un césped rápido les iba como anillo al dedo, mientras que los blanquiazules, con jugadores más cómodos con el balón pegado a la bota que corriendo detrás de él, no lograban tener la continuidad necesaria para hacer daño al filial gallego.

Al Toralín no le quedó más remedio que asumir el cambio de roles. Acostumbrados a ver un equipo que lleva la voz cantante desde el primer minuto, los de Rubén Albés salieron sin complejos y suyas fueron las primeras oportunidades del partido.

Tras un par de escarceos que se saldaron sin consecuencias, la primera ocasión clara no tardó en llegar. Cuando todavía no se había cumplido el primer cuarto de hora, Alende peinaba una falta lateral adelantándose a una mala salida de David Gómez y el balón se marchaba a centímetros del larguero.

No hubo más avisos. El filial vigués olió la sangre, se lanzó a por una Ponferradina irreconocible y encontró la yugular a la primera con una ‘dentellada’ de Dani Vega, que culminaba en boca de gol una rápida combinación de los gallegos.
El tanto no despertó a los bercianos. Más por los deméritos de la Deportiva que por su buen hacer, el Celta B siguió llevando la iniciativa y hubo que esperar más de media hora a la primera ocasión de los blanquiazules, un disparo lejanísimo de Ríos Reina que obligó a volar a Iván Villar.

El guardameta dio una de cal y otra de arena. El obús del lateral asustó a los gallegos y la Ponferradina empezó a asomarse por la portería rival. Así, en el segundo balón colgado al área de forma casi consecutiva, el cancerbero despejó mal y dejó en bandeja el balón a Zabaco para poner las tablas a portería vacía.

De menos a más

Consciente de que pese al empate, la Deportiva había firmado su peor primera parte de la temporada en El Toralín, Bolo movió ficha en el descanso y dio entrada a Pichín en lugar de un desafortunado Pablo Espina.

Su entrada cambió el partido. La Deportiva volvió de los vestuarios con una cara muy diferente y salió con el cuchillo entre los dientes dispuesta a resarcirse de la discreta imagen del primer acto.

En solo un par de minutos, los bercianos crearon más peligro que en los primeros cuarenta y cinco. En su primera aparición, Pichín se hacía con un balón suelto en el interior del área y su disparo, con Iván ya vencido, se topaba con un defensa vigués. Poco después, tras un barullo en el área, la zaga visitante volvía a evitar el tanto sacando el balón sobre la misma línea de gol.

Tras un inicio arrollador, el transcurso de los minutos rebajó las revoluciones y las fuerzas volvieron a igualarse, pero los blanquiazules continuaron siendo más ambiciosos. También desde el banquillo. Con más de veinte minutos por delante, Bolo dio entrada a Grande en lugar de Jorge García, un cambio ofensivo que dejaba claro que el bilbaíno no firmaba el empate.

El cambio no tuvo el efecto deseado. Nada más entrar el ariete, un mal despeje de Trigueros propició un contragolpe que terminaba con penalti de Zabaco y el gol de Álex desde los once metros, un jarro de agua fría que volvía a poner cuesta arriba el choque.

Entonces El Toralín demostró por qué nadie ha logrado ganar en lo que va de curso. Lejos de venirse abajo, la Ponferradina reaccionó por la vía rápida y volvió a poner las tablas graciasa Yuri. El brasileño apareció cuando su equipo más lo necesitaba para devolver la fe a los bercianos, que nunca bajaron los brazos.

Pero no hubo premio. El Celta B mostró personalidad y supo controlar el impulso de los bercianos, a los que les faltó algo de fuelle para cerrar la remontada.
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