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Pompa y circunstancia

24/07/2021
 Actualizado a 24/07/2021
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Quienes estamos viviendo este comienzo de un nuevo siglo, el XXI, nos preguntamos si realmente estamos asistiendo al comienzo de una nueva era. Síntomas no nos faltan. A pesar de lo mucho que nos queda por avanzar en algunos campos, la sociedad occidentalestá manifestando su prioridad por celebrar de un modo auténtico lo importante. El amor y la muerte, universales del sentimiento para los poetas de cualquier época, en la vida real han pasado a celebrarse de un modo distinto. Aún son muchos quienes siguen los dictámenes de la tradición y las costumbres de su propia cultura, sobre todo las comunidades creyentes, pero últimamente, el modo en que celebramos compromisos y despedidas ha cambiado y lo ha hecho para bien. Es como si hasta hace poco tiempo, la presión social del entorno nos obligase a festejar la unión de dos personas con pompa y circunstancia, concurrencia, lujo, derroche. Una imposición que suponía un gasto excesivo para definir algo tan sencillo como la voluntad de comprometerse con alguien por amor.

Ese rigor ha desaparecido. Ahora basta con una reunión de amigos, un picnic o una paella campestre, como sucede en las nupcias cinematográficas de Provenza o La Toscana, pero que bien podría transformarse en una boda temática en El Bierzo o La Rioja. Bodas piratas, años XX, futuristas, hay un gran repertorio a elegir. Si volviera a casarme, optaría por recrear la atmósfera del ‘Gran Gatsby’ y me emborracharía de swing.

También la muerte ha cambiado sus formas. El funeral y velatorio numeroso se ha convertido en ceremonia privada y homenaje público. Ya nadie necesita miles de flores ni cajas nobles. Ese dinero está mejor invertido en investigación científica, y este suele ser el deseo de quienes se despiden. No tenemos nada que demostrar y la opinión ajena nos importa mucho menos, afortunadamente. El amor y la muerte no deberían ser nunca asuntos negociables.
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