Pinilla, a caballo entre dos núcleos de población

El origen de este barrio se remonta a los primeros años de la posguerra, se extiende a ambos lados del punto de encuentro entre León y San Andrés

Rosa Álvarez
16/07/2017
 Actualizado a 18/09/2019
‘La casona’ junto a las casas unifamiliares y los bloques de viviendas que conforman Pinilla. | L.N.C.
‘La casona’ junto a las casas unifamiliares y los bloques de viviendas que conforman Pinilla. | L.N.C.
Le sobra personalidad para tener que atarse, que ajustarse a las líneas de un mapa y, por eso, el barrio de Pinilla mantiene un pie en León y el otro en San Andrés del Rabanedo. Se mezcla a ambos lados del punto de encuentro entre los dos municipios sin que esto suponga un problema para sus vecinos, que primero se identifican con el barrio y ya después, si hace falta, con su respectivo Ayuntamiento.

Pinilla es una zona de origen humilde que ha sabido adaptarse y evolucionar con el paso de los años sin olvidar su pasado, su historia. Debe su nombre –que comparte con una glorieta y una avenida situadas dentro de su propio territorio– al primer apellido del designado como gobernador civil en León en 1940, el zamorano Carlos Pinilla, y es alrededor de esta fecha, en los primeros años de la posguerra, donde hay que situar su nacimiento como barrio.

Debe su nombre, que comparte con una avenida y una glorieta, al designado como gobernador civil en León en 1940, Carlos PinillaPor aquel entonces la población trataba de sacudirse años de miseria buscando oportunidades en la capital, que necesitaba crecer para darles cabida. Así, en su zona oeste, al otro lado del Bernesga, se fue configurando Pinilla, entre casitas bajas, unifamiliares, dotadas con un pequeño terreno para huerta y que se extendían hasta el ayuntamiento más cercano, el de San Andrés del Rabanedo, que creció hasta situarse hoy en día como el tercer municipio de la provincia. «Cuando se creó el barrio en él lo que había eran pequeñas casas de protección oficial que, una vez construido el edificio conocido como ‘la casona’, se fueron vendiendo para adquirir un piso en él. Vivir en ‘las casona’ se percibió entonces como un símbolo de progreso», apunta Aurora Baza, la concejala que tiene asignado el barrio dentro de sus funciones.

Este gran edificio, aún hoy uno de los más altos de León, rompió la configuración inicial del barrio e hizo sombra a las viviendas unifamiliares. Sin embargo, en su desarrollo, Pinilla atravesó varias fases más de construcción, convirtiéndose en los 90 en un barrio muy poblado, y en el que los bloques de edificios empezaron a mezclarse aprovechando cada hueco libre sin importar tanto el orden. En una de estas fases, justo detrás del Hospital San Juan de Dios, se alzaron hasta doscientas viviendas para acoger a los vecinos de Riaño que tuvieron que abandonar la zona cuando se construyó el embalse.

En él se alzaron hasta 200 viviendas para acoger a los vecinos de Riaño que dejaron la zona cuando se construyó el amblaseDesde entonces, Pinilla ha cambiado, pero ha mantenido esa mezcla, esa parte de tradición y renovación en su apariencia externa y en sus propios vecinos. Tras años más bien estancado, su proximidad al centro y su cercanía a una de las áreas comerciales de la capital, Espacio León, han conseguido que el barrio se haya revalorizado pese a que, al mismo tiempo, muchos de sus negocios han tenido que echar el cierre. «Las casitas se vendían entonces para comprar un piso y, ahora, cualquiera de ellas, aunque se esté cayendo, vale muchísimo dinero», sostiene Baza.

De S. Ignacio de Loyola a San Andrés la edad media es más alta y de esta calle a León, la zona es más moderna y los vecinos son más jóvenesY, sobre el estado del comercio, reconoce también que «aunque hubo muchas tienditas, éstas se han ido cerrando, quedando apenas algunos negocios, sobre todo en la zona de ‘la casona’ y en la avenida San Ignacio de Loyola». La crisis, el envejecimiento de una parte de la población y la proximidad del centro comercial son los factores que, según la concejala, afectaron a estos cierres. En cuanto a la población, establece una diferenciación entre un lado y otro de San Ignacio de Loyola. De esta calle hacia San Andrés, donde se encuentra la zona de casas bajas, la población es más mayor; y de ella hacia el río, hacia León, en un área más moderna, sus vecinos son también más jóvenes.

Demandas

Para Aurora Baza, hoy el barrio de Pinilla es una buena zona para vivir, donde abundan los servicios que comparte con los dos ayuntamientos sobre los que se asienta. Hay una casa de cultura, un centro de salud, varios centros educativos, un campo de fútbol, etc. No obstante, esto no implica que no existan demandas entre sus vecinos. «Han pedido que en San Ignacio de Loyola se modifiquen las aceras para dejarlas más abiertas, más plazas de aparcamiento o acondicionar la zona de la chopera. Hace años se quejaban de había épocas en las que estar cerca de la chopera era insoportable, por lo que se llegó a demandar que se cortaran los árboles y se cambiaran por otros que no crecieran tanto y dieran sombra, pero la chopera hay gente que la defiende y otra que no. En todo caso, en lo que sí que coinciden es en que quieren que se acondicione y que pongan más bancos, porque mucha gente va a esa zona para merendar. Además, hay un parque en el que se va a ejecutar su acondicionamiento porque está bastante deteriorado y en otro se va a cambiar un juego infantil», resume.

De lo que necesita el barrio habla también el presidente de la Asociación de Vecinos del Polígono 58, Luis García Fernández, que abarca una parte de Pinilla, «la que se encuentra situada entre el río y la carretera de San Andrés», dice.

En su opinión, no existen grandes problemas en el barrio, que asegura que en general está «bastante bien». No obstante, «como todos», confiesa que en el día a día siempre se pueden encontrar pequeñas cosas que mejorar. Entre ellas cita la iluminación, el arreglo de los jardines y parques oque se coloque en él más mobiliario urbano, como bancos para que se sienten los vecinos a descansar en sus paseos. Además, entre los proyectos que tienen entre manos y que cree que vendrían bien para Pinilla, comenta que se encuentran en conversaciones para que el carril bici, que termina en la chopera, pueda atravesar el barrio hasta San Andrés o para que los pasos elevados del Paseo de Salamanca puedan ser rebajados o sustituidos por un radar que pueda controlar la velocidad sin «destrozar» los vehículos de los vecinos que tienen que pasar sobre ellos cada día.

Ya por último, para García Fernández tampoco estaría demás que se ayudara un poco al pequeño negocio para recuperar la actividad perdida dentro de la zona de Pinilla. «Estamos abriendo grandes superficies, que está muy bien, pero al mismo tiempo machacamos al pequeño comerciante, que al final es el que verdaderamente da vida al barrio», subraya.
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