antonio-trobajob.jpg

Peregrinaje y peregrinación

21/07/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
Compañero tiene uno con afición (acaso ‘deformación’ nacida de los viejos estudios bíblicos en que la exégesis de los términos filológicos es tan determinante) por escarbar en los significados que están detrás de las letras. Ahora, a la puerta del momento en que miles de ‘jacobitas’ (así llamaron a quienes se dirigen a Compostela) aceleran sus pasos para estar el próximo jueves a los pies del Apóstol, me viene a la memoria la sutileza con que el citado colega rumiaba las palabras ‘peregrinación’ y ‘peregrinaje’. Con el correr de los años he entendido, creo, su preocupación por la lingüística, que camuflaba un desasosiego mayor.

La cultura globalizada había regurgitado el afán por el Camino de Santiago. A mi compañero de tareas e inquietudes lo llevaban los demonios por llegar a desentrañar si todo aquello que veía con mochilas y vieiras, con camisetas con lemas de lo más peregrino (nunca mejor dicho) y con aparatosas ‘chirucas’ (palabra aportada al común por la industria asturiana), con esguinces de tobillo y tuestes solares, con genuflexiones ante el Santísimo isidoriano o con reverencias ante el dios Baco del Barrio Húmedo, era una forma de peregrinación o era un modo de peregrinaje.

La observación, los reportajes, las estadísticas y, sobre todo, las confesiones personales, han venido a demostrar que hay de todo como en botica (a mano queda la de la Farmacia Merino), en el caminar hacia el Cebreiro. La peregrinación genuina se hace desde la fe cristiana, con el corazón encogido por las miserias humanas y los ojos esperanzados ante el don de una total ‘perdonanza’, machacando los pecados personales (y colectivos) contra las piedras de viejos caminos, en lágrimas de quien implora un milagro físico que siempre acaba por ser al menos moral, abrazado al sacrificio de dejar caer el cuerpo rendido donde sea posible, ligero de seguridades terrenas, con conciencia clara y fecunda de saber que todo hombre es un hermano y de que, por tanto, aunque se diga ‘yo’, siempre se estará diciendo ‘nosotros’.

Ante el icono del Apóstol, primer mártir entre los Doce, el peregrino espera encontrar de manera definitiva la Luz, la Alegría y la Esperanza, en el seno de una Madre Iglesia que es modelo acabado para quien peregrina por la tierra entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios. Esto al menos es la peregrinación. Lo demás, y añadan aquí cuanto quieran, será peregrinaje. Mira tú por dónde lo que intranquilizaba a mi colega era mucho más que una simple entrada en el diccionario.
Lo más leído