Secundino Llorente

Peculiar vuelta al cole

09/09/2021
 Actualizado a 09/09/2021
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Cada jueves me asomo a la ventana que me ofrece este periódico para conversar y opinar sobre todo lo que veo pasar por la calle, preferentemente sobre temas educativos. A pesar de que la semana pasada dediqué mi opinión al inicio de curso, hoy no me queda más remedio que repetir tema porque en la calle sólo se respira a ‘vuelta al cole’. Mañana comenzarán de nuevo sus clases en Castilla y León los alumnos de Educación Infantil, Primaria y Educación Especial. El día 15 serán los colegios e institutos de Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional. El nuevo curso ya está aquí.

Existe un amplio consenso en todo el mundo educativo de que a pesar de que el ‘bicho’ sigue con nosotros y a pesar de los peligros de contagio, las clases presenciales son necesarias y ya nadie se cuestiona la suspensión o el retraso de la apertura del curso. No nos queda otro remedio que hilar muy fino para organizar unas clases presenciales seguras para el profesorado, los niños y, consecuentemente, sus familias.

En la calle se palpa el miedo a que esta vuelta al cole nos lleve a una sexta ola de contagios porque en el ambiente se extiende el mantra de que esto ya está superado y, como consecuencia, prevalece la despreocupación, la imprudencia, la precipitación, la insensatez o el descuido. Se nota una abismal diferencia con el curso anterior para el que todo fueron elogios. El pasado septiembre los alumnos llegaban muy concienciados con lo que se iban a encontrar en sus centros, los padres les habían repetido hasta la saciedad lo que debían hacer, los profesores les habían ‘cosido’ a protocolos y normas. Estaban como anestesiados por tantas advertencias y por el miedo a llevar el contagio a sus casas. Hoy la sensación no es la misma. Apoyándose en las vacunas que apenas llegan a la mitad de la población estudiantil cunde el miedo a que se relajen las normas y volvamos a subir el número de contagios y a llenar otra vez los hospitales y las UCI, con todo lo que nos ha costado aplanar la curva y llegar a la situación actual. El temor a esa relajación es enorme. No se trata de meter miedo sino, simplemente, de que tenemos que aceptar la realidad. Los datos de la pandemia siguen llenando las páginas de la prensa y los telediarios y, ante esto, es una insensatez esconder la cabeza como el avestruz.

Puede ser interesante ver lo que hacen en Europa los países que ya han empezado el curso. La idea predominante es que a «situación cambiante, regulación flexible». La pauta más general es formar burbujas. Y si hay brotes, que los habrá, confinar y dar parte de las clases de forma telemática. Los alumnos alemanes han empezado el curso de modo escalonado y con mascarilla. En la modélica Finlandia se insiste en el distanciamiento de pupitres y quince alumnos por aula. Lo que sí suele ser normal es que en cada país se sigua una única norma o patrón. En España, por desgracia, estamos acostumbrados a que, en temas educativos o sanitarios, cuando hay tensiones o problemas, o se olvidan de los enfermos y de los niños o lo utilizan como moneda de cambio para tratar de sacar tajada. En la reunión de la ministra de Educación, Pilar Alegría, con las comunidades autónomas el 25 de agosto para preparar el próximo retorno a las aulas de los escolares se llegó a esta sublime decisión: «todo queda al arbitrio de cada comunidad autónoma». El puzle autonómico español no permite la cohesión ni siquiera en un tema tan serio como este. En nuestra comunidad hemos tenido suerte porque siguiendo el viejo lema castellano: «Si algo funciona, no lo cambies», seguiremos la opción lógica de que no habrá relajación de medidas en las aulas porque esto funcionó perfectamente el pasado curso. La consejera de Educación, Rocío Lucas, lo tiene muy claro y apuesta por un formato muy similar al del año anterior, con grupos burbuja, con el uso de la mascarilla obligatoria desde los seis años y mantener la distancia de seguridad de un metro y medio entre pupitres y, especialmente, con el compromiso de mantener para este curso las ratios y los cupos del anterior. Estas son las palabras de nuestra consejera de educación: «El curso pasado estas medidas demostraron ser satisfactorias y seguimos apostando por ellas para garantizar una presencialidad segura en las clases». Ojalá se cumplan sus intenciones y tengamos un año tan pacífico y sosegado como el anterior, o mejor aún, porque la inmunidad de rebaño conseguida con la vacuna tendría que mejorar todas las previsiones.

Una última cuestión que consideramos muy importante: ¿Qué va a pasar con las actividades extraescolares este año? Nuestra opinión es que las actividades y viajes de estudios suelen ser la válvula de escape que sirve para eliminar las tensiones del curso. La sensación de paz y tranquilidad en el curso pasado de algunos alumnos acaso era engañosa, irreal y falsa. El mismo día que terminaron las actividades en los centros educativos, al finalizar los exámenes de selectividad, algunos alumnos se desbocaron y dieron rienda suelta a su energía juvenil y a sus deseos de libertad saliendo en avalancha a las playas y saltándose todas las normas sanitarias. Ese fue el origen de la quinta ola de esta pandemia. Después de dos cursos de suspensión total, parece que van a volver las actividades extraescolares. La decisión de permitir organizarlas o no y las condiciones concretas en las que deberán llevarse a cabo dependerá de cada comunidad autónoma. En Castilla y León, con mucha precaución y cumpliendo con las normas dictadas, se restablecerán las clases extraescolares y volverá el deporte individual y colectivo que no implique contacto físico. Por supuesto, deseamos y aplaudimos la vuelta de estas actividades.
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