canon-web.jpg

Para gustos, los colores

21/11/2020
 Actualizado a 21/11/2020
Guardar
Hace apenas un mes que nos hemos mudado de casa. Imagino que a muchos de los que me están leyendo, les habrá venido a la mente aquella frase que Berta repetía constantemente desde el divertido Mirador de Montepinar: «¡obras, obras!», y otros tantos, seguro que si cierran los ojos, podrán soñar con aquellas cajas de cartón marrón que nunca se acaban.

La ñapa como no podía ser de otra manera, salió como se esperaba, fuera de plazo, hasta el punto de que el albañil a día de hoy todavía sigue dando emoción al asunto con los famosos remates.

Uno, que poco a poco va aprendiendo, llega a la conclusión de que al final siempre «hay que hacer lo que diga la mujer», hasta para ponerse la vacuna de la gripe, como dice siempre un buen amigo. Iluso de mí, llegué a creer que podría meter baza con la pintura y escoger al menos el color de una habitación. Pero un tortazo de realidad, tras hablar con el pintor, me dejó claro que aquello ya estaba decidido y comprado desde hacía unos meses. En justicia tengo que decir que la madre en apuros tiene muy buen gusto, y aclaro, no ese buen gusto copiado de visionar revistas de celebrities y gentes de la farándula, sino que posee el buen gusto con duende, el mamado, el innato.

Algo similar a los toreros de escuela taurina y los de arte. No voy a poner ejemplos, pero como decía el maestro Paula, «algunas de las llamadas figuras del torero de hoy se ponen la montera como si fuera un casco» y eso no se puede consentir. Les diré que la socorrida frase de «para gustos los colores», no está entre mis preferidas. Me gustan todos los colores menos el amarillo. Y no sé realmente por qué, pero tengo claro que jamás tendría un coche, un polo o unas botas de esas amarillas. Como nos contó mi querido Félix Fernández, la frase es una máxima del latín antiguo que venía a decir que sobre gustos y colores, no se entraba en conflicto. Esta semana empezaron a pintar la calle Ordoño II, muchos han sido los memes y los comentarios en las redes sociales, algunos muy buenos.

La equiparación de gustos con los colores es porque como hay muchos colores, hay también un importante número de opiniones o gustos. Y si a mi esposa le gusta mucho el color gris, a mi me gusta más el verde y eso no debería ser motivo de discusión o disputa. Sin duda los gustos son algo subjetivo y de ninguna de las maneras representan la verdad o la falsedad de las cosas. A mí Ordoño me gusta, y yo iría más allá, lo pintaría de colores más vivos e incluso hasta le daría una mano con ‘la Lolita’ en homenaje al introductor del gotelé. Por fin, algo de color y vida, y modernidad.
Lo más leído