25/11/2021
 Actualizado a 25/11/2021
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Un día le comentaron a Valerio qué el chico más listo del pueblecito había sembrado una tierra de trigo, en Candajo, pero que no lo iba a cosechar. «Entonces, ¿para qué la sembró?», «Pues para que bajen los jabalíes a comer y poder matarlos a la espera». «¡Hombre, así y todo, podrá cosecharla», «Que no, Valerio, qué la sembró para que lo coman los jabalíes». Valerio, el pobre, no lo entendía, porque no se le pasaba por la cabeza que alguien sembrara una tierra de trigo y no quisiese recoger el fruto. Al fin, después de bastante rato discutiendo, sentenció: «Pues si esto lo hace el más listo del pueblo, ¡estamos cojonudos!».

Esto, salvando las distancias, es lo que me está ocurriendo a mí con lo de la pista de pádel que han hecho en el polideportivo de Villanueva. Sí; resulta que debido a la presión de los pijos del pueblecito, el alcalde, ni corto ni perezoso, puso manos a la obra y hecho. Lo malo del asunto es que la construyó en el mismo sitio en que antes estaba el castro de la bolera municipal. Desde que tengo uso de razón, en Vegas se ha jugado a los bolos en seis lugares diferentes. Ahora, no queda ninguno, porque la bolera que podríamos restaurar está debajo del Casino y, vaya uno a saber por qué, ya no se usa. Además, el espacio de la bolera es ahora el lugar dónde se atan los caballos de los que acuden a tomar café montados a lomos de ese pobre animal. Gracias a Dios, los que lo hacen no son del pueblo, que solo faltaría...

Volviendo a la pista de pádel...; ese deporte y un servidor no congeniarán jamás. Uno escuchó hablar del pádel cuándo Aznar era Presidente del Gobierno, y se hizo construir una en el complejo de la Moncloa. Solo por eso, porque Aznar practicaba (no sé si sigue haciéndolo en la actualidad) ese deporte, lo invalida a mis ojos. Llamadme sectario, raro o lo que queráis, pero es así. Bien pensado, la Moncloa, además de crear claustrofobia a sus habitantes, también los hace marcianos. Luego de Aznar, Zapatero instaló una cancha de baloncesto, que seguramente no utilizó en su vida, dado que ‘el Papes’, el único deporte que practicó de chaval fue el póker en las mesas del Monterrey... Sí, también pescaba, pero eso no es un deporte. Pescar es uno de los ejercicios que utilizan los monjes Zen para alcanzar el Nirvana.

Tengo que hablar con el alcalde y convencerlo de que instale unas gradas alrededor de la pista, o, si el asunto va de gastar poco dinero, que ponga unas vallas, de las de las obras. Me han dicho que las señoritas también lo practican y los jubilados que vayamos a verlas en mallas o en pantalón de deporte, tenemos derecho a estar cómodos mientras que la vista se nos recrea, que poca cosa más sacaremos en claro. Para este acto absolutamente machista cree uno que es necesaria una pista de pádel en Villanueva del Condado. Por lo demás, es cien veces más entretenido jugar a los bolos o mirar como juegan otros a los bolos, teniendo en cuenta, a mayores, que el bar del polideportivo está a cincuenta metros escasos de la dichosa pista y podemos acercarnos, sin cansarnos, a por un botellín, o dos.

Pero el pijerío manda y mucho más en un pueblo con ínfulas de ‘ciudad de vacaciones’. Esa misma gente que revolvió Roma con Santiago para que se construyese son los mismos a los que les molestan cosas tan aterradoras como el ladrido de un perro de madrugada o el canto de gallo que avisa a las gallinas que ha llegado la hora de cumplir, por Dios y por España. O el olor a boñiga al pasar por una cuadra camino del río. O los mosquitos que te dan la matraca cuando paseas por el camino de la psifactoría y te atacan como si fueran B-52 cargados de armas químicas. Esa gente no soporta los pequeños inconvenientes que conlleva vivir en un pueblo, pero dan la turra hasta llegar a ser cargantes para jugar al pádel y no tener que recorrer veinticinco kilómetros para hacerlo en algunas de las decenas de ellas que hay en la ciudad.

Y, mientras tanto, los paletos que quieran jugar a los bolos se quedarán mirando para el sol que más calienta. Es lo del huevo y la gallina, pero en la era tecnológica. ¿Qué es primero?, ¿vivir en un pueblo un punto menos que paradisiaco, con animales incluidos, o en uno que tenga una cancha de pádel, una piscina cubierta y campo de fútbol, pero sin bichos y demás molestias? Al final, por supuesto, es una tontería: ellos ya han elegido... Sí, ya sé: si quieres una bolera, hazla, pero, ¡joder!, sería la séptima que ayudaría a construir en mi vida, y uno, que es mayor, ya no tiene el coño ‘p’a’ ruidos; teniendo, además, una formidable hasta este verano.

¡Ay, Jesús!, uno pensó, de buena fe, que había huelga de idiotas, pero, por lo visto, han salido todos a trabajar. Salud y anarquía.
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