06/02/2015
 Actualizado a 10/09/2019
Guardar
El sábado pasado, a la hora del parte, uno no daba crédito. Sinceramente, llegué a pensar que los viajes en el tiempo existían. Lo único en que se diferenciaban estas imágenes y las del Nodo de finales de los sesenta del pasado siglo, era el color.

La quedada de Podemos es talmente igual a las que organizaba Franco. Cuando alguien con poder, del tipo que sea (militar, financiero, social),quiere un subidón, alquila unos cuantos autobuses, prepara unos cuantos miles de bocadillos de mortadela, y «vamos p’a Madrid».

Lo de Podemos se encuadra en el poder social. Mejor dicho, en el poder de la falta de sociedad que ha traído la crisis. La antigua sociedad, murió con los estertores de Lehman Brothers y todo lo que siguió después. La sociedad del bienestar, la joya del estado social y democrático de derecho, murió de muerte natural. Y Podemos, los penenes de Podemos, han aprovechado como nadie este asunto. La gente está harta, cansada, asqueada del ‘antiguo régimen’ y de los políticos que le han servido.

Su discurso, su único discurso, está hecho, medido, contra esta gente. La casta. Todos contra la casta... Su discurso, su único discurso, es este. Nada dicen como van a arreglar lo que se pueda arreglar, si es que algo se puede arreglar; nada dicen de la deuda que todos tenemos encima, como la espada de Damocles,y que soportarán nuestros hijos y nuestros nietos; no dicen nada de nada. Sólo atacan a la casta. Es mucho más sencillo: ellos quieren ser califa en lugar del califa. ¡Viva Iznogud!, el visir que tanto anhelaba serlo.

Las ‘marchas’, son algo recurrente en la historia. La marcha de los fascistas sobre Roma, la gran marcha de Mao, la marcha verde que nos quitó el Sahara... Casi siempre, han sido promovidas por gente totalitaria, gente que no creía nada en la democracia, gente que buscaba tomar un poder que, de otra forma, les hubiera sido imposible.

Como Franco, estos politólogos, son ‘trasversales’ en su ideología. Aunque tienen claro que son de izquierdas, no lo quieren decir abiertamente. Saben que perderían votos. La ideología es un estorbo, por lo que es mejor olvidarla. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. No sé yo...

El sábado, en Madrid, se escenificó una obra de teatro tan vieja como el mundo: la manipulación de los simples. Ellos, como todos los totalitarios, saben, mejor que nadie, manipular. «Di una mentira mil veces y se convertirá en verdad». Los nazis, los estalinistas, los maoístas, los dictadores del cono sur, los nuevos liberales de la escuela de Chicago: los teólogos de la mentira. Franco y Podemos: la próxima marcha, en la plaza de Oriente.

Salud y anarquía.
Lo más leído