Oposiciones a político

El presidente de la Junta convocó por sorpresa las oposiciones a político. Aunque en Castilla y León lo que hacen faltan son médicos y enfermeras. Y un puñado de profesores. Pero los nuevos sueldos vendrán para políticos y su ejército de asesores, que son los cargos políticos a los que no vota nadie. El 13-F es una nueva oportunidad para lazarillos, buscones y guzmanes que en la tradicional picaresca castellana trufan las candidaturas que encontraremos a la entrada de los colegios electorales o en las cabinas de privacidad y cortina.

Se han formalizado veintisiete candidaturas a lo ancho de la autonomía y, casualmente o no, es el mismo número que hace dos años y medio aunque con otra sopa de siglas. Y ahí quería llegar, uno empieza a creer que a este juego democrático de la política profesional siempre juegan los mismos. Se parecen a los empeñados en sacar su plaza de notario aunque acumulen suspensos y calcen cuarenta años. Conseguir cargo institucional cuesta (pregunten a Tudanca que va por la tercera habiendo dejado atrás hasta la vencida)o viene dado por una biografía entregada al partido (como Mañueco que perdió la cuenta de las elecciones a las que se ha presentado en su vida). El cargo dura lo que dura, llamen a Igea. O se intenta sostener incluso traicionando su leonesismo, y así Pablo Fernández es cabeza de lista por Valladolid.

Aunque la picaresca vibrante habita lo pequeño. Los candidatos que ansían ser procurador con un historial de siglas intercambiables. El abanico de la España Vaciada este 2022 es el de Ciudadanos y Podemos del 2015. Otra oportunidad para esa segunda división de la política que se deja las espinillas en los campos de barro. Si uno repasa las listas encuentra excargos de Ciudadanos y de otros partidos pequeños que agonizaron por hambruna de votos. A políticos aquí ‘opositan’ los mismos. Ni mejores ni peores, nuestros mismos. Después preguntamos por qué nadie propone soluciones diferentes.