Pensaba titular este texto ‘Beguin the beguine’, pero, después de haber leído, el pasado domingo veintidós, el ‘They are eating the dogs’ de Luis Grau Lobo, igual se nos crecen aún más los yanquis (¡madre mía!, qué antiguayas me salen todavía) o los de «Dios salve al Rey»; los británicos, quiero decir, no ‘Los Muertos de Cristo’ o Gibraltar se vuelve asunto patriótico más peñazo todavía. Y no pretendía recordar la película de José Luis Garci, que deseo que este ‘volver a empezar’ acabe bien, ni la canción de Cole Porter adaptada y cantada por Julio Iglesias. Mejor tener y llevar la senectud o ‘sexalescencia’ que la modernidad ‘neologiza’ –¡toma ya!– con paz y ciencia. Así que dejémoslo en que tan sólo lo titulo así, retoño, porque, digamos, retoñezco en el árbol periodístico que es este diario leonés.
Lo que pretendo decir es que aquí estoy de nuevo para su gusto o disgusto (táchese lo que no proceda) con la sana y dificultosa intención de cabrear al menor número posible de lectores; que está la cosa genial o temperamental tan hipersensible que tal parece que hay epidemia del peligroso virus mental de «conmigo o contra mí». Y esto, ya entre educados demócratas de toda la vida, no digamos entre los orgánicos de aireado –(y también, ‘airado’)– anatómico encuentro o islilla. Mas no se entienda «sana y dificultosa intención» con autocensura alguna, que pretendo seguir silbando o tarareando, sin sonrojo alguno, el ‘My Way’ cantado por Frank Sinatra.
¿Y por qué y para qué vuelve usted, hombre? ¿No se podía haber quedado en sus cavilaciones?; pero, ¿le hemos hecho algo?, se preguntará más de uno, y no le discutiré razón aun tampoco se la dé. Sí me quedaría callado si, por ejemplo, tantos –¡y tantas!– no renovasen su cobardía y machismo con motivo del fílmico estreno y rememoración del caso Nevenka; si no creciese de mes en mes el número de mujeres maltratadas si no asesinadas; si no se extendiesen con total naturalidad por el reino patrio la mantira y la corrupción como formas de hacer política y si no viese cómo el genocidio israelí crece y crece en Gaza y Cisjordania y, ahora, se extiende a Líbano; si…
Mas recordando en este mundanal patio los versos de nuestro Victoriano Crémer: «el mundo está difunto y tanto muerto / duele en el alma», cómo callar si estimo urgente hablar, gritar acaso, los males y quebrantos que cual garra nos desjugan la vida. Cómo callar si uno pretende poder seguir mirándose en los espejos. Cómo, cómo. Y como no sé cómo, por eso retoño.
¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.