El «maragato en la torre» –de la iglesia–, una de las dos cosas que, según la popular ‘Jota de Boñar’, tiene la villa y no León, cumple en este 2025 cien años. Cuenta la historia que, en 1925, a Bernardo Crosa, un ingeniero –precisamente de origen maragato– ligado a la empresa de la fábrica de talco –que ese mismo año, por cierto, comenzaba su actividad en Boñar–, quiso hacer un regalo a la localidad. Y se le ocurrió poner una escultura de un maragato en la torre del templo parroquial –el entonces párroco, Pedro Recio, lo vio con buenos ojos– para que tocara la campana a cada hora, con un martillo, como hacen Juan Zancuda y Colasa en el Ayuntamiento de Astorga. Tal vez el hecho de que Boñar hubiera pertenecido en su día al Marquesado de Astorga –en 1861, el marqués, en recuerdo, regaló el reloj de la iglesia– propiciara la idea de Crosa que, sin saberlo, convertiría al maragato en todo un símbolo de la villa.
Bernado Crosa encargó a un carpintero de la localidad, Desiderio Cañón, la realización de la escultura, para lo que utilizó un tronco de peral, se cuenta que de la huerta de doña Tomasa. De ahí que se popularizara el dicho –con sus variantes– «Maragato de la torre, / yo te conocí peral, / de las hijas de Desiderio / eres hermano carnal»; o que el propio carpintero dijera –al menos se le atribuye–: «Fue el hijo que más me costó hacer y el que menos guerra me dio».
Y así, el maragato, de aproximadamente 1.10 m de altura y 30 kilos de peso, ataviado con traje negro, camisa blanca, y cinturón de colores, con sombrero también negro y una pipa en la boca, fue colocado en la torre de la iglesia, bajo el tejadillo, unido al reloj, para dar las horas. Y allí estuvo hasta que, el 13 de febrero de 2020, fue retirado debido a su deterioro. Al año siguiente, el 3 de marzo de 2021, ocupaba su lugar una réplica de resina –que es hoy quien da las horas–, mientras que la figura original era expuesta en una vitrina en el pórtico de la iglesia.
Y allí sigue, esperando tu visita.