Omaña, una tierra de indómita belleza

La comarca destaca por su riqueza natural y su apuesta por mantener las tradiciones

L.N.C.
22/05/2020
 Actualizado a 22/05/2020
Pendones en la romería de Pandorado. | L.N.C.
Pendones en la romería de Pandorado. | L.N.C.
Cuatro Valles les invita a descubrir sus comarcas, territorios con una gran riqueza patrimonial, natural y cultural, y en las que su mayor valor son las personas que las habitan.

Omaña, la tierra de los hombres dioses infernales, los homines manium, apelativo que los cronistas romanos dieron a sus pobladores por su carácter indómito y sus constantes asaltos y embestidas. Omaña, el río. Uno de los ríos más hermosos de la provincia de León, que conserva su riqueza natural gracias a no estar regulado en cabecera y discurrir sereno al ritmo de las crecidas y estiajes que dictan las estaciones. Río truchero por excelencia en el que los cotos se suceden a lo largo de su curso haciendo las delicias de los aficionados a la pesca. Omaña, Reserva de la Biosfera. Declarada por la Unesco en 2005 para reconocer el buen estado de conservación de sus territorios y el uso racional que el hombre ha hecho de los mismos durante milenios. Paisajes que aglutinan un rico y diverso patrimonio, tanto natural como cultural, uno de los mayores tesoros de estos privilegiados valles.

La comarca está conformada por los municipios de Murias de Paredes, Riello, Valdesamario, Las Omañas y parte de Soto y Amío.

La alta montaña cantábrica domina el paisaje; el activo glaciarismo de los últimos periodos geológicos ha dejado numerosas evidencias. Vestigios de un pasado helado, que tiene en el Campo de Santiago, en el Valle Gordo, en el de Fasgarón o en el Valle de Vivero, al pie del Nevadín, algunos de sus mejores representantes.

Protegidos en los valles, Omaña custodia algunos de los abedulares más destacados de la península, como los de Montrondo, Fasgarón o Murias de Paredes. Se trata de bosques dominados por el abedul, una especie caducifolia que sólo en enclaves como los citados, constituye auténticas formaciones boscosas bien estructuradas.

En la comarca de Omaña encuentran cobijo algunas singularidades faunísticas, como la cada vez más rara perdiz pardilla o la poco conocida liebre de piornal, dos especies asociadas a la montaña cantábrica. También el lobo tiene en estos terrenos despejados magníficos oteaderos desde los que adentrarse en el valle si su afinado olfato le desvela la presencia de algún corzo o jabalí, sus presas favoritas. Y es uno de los últimos reductos de dos especies emblemáticas y en peligro de extinción como son el oso pardo y el urogallo cantábrico.

El valle fue poblado desde la Edad del Bronce; son comunes en todo el territorio los restos de castros y han llegado hasta nosotros numerosas evidencias de minería romana en toda la cuenca del Omaña y, hay quien cuenta, que el apelativo de 'Valle Gordo' como es conocido en la comarca el valle de Fasgar, podría deber su nombre a su abundancia en metales, incluido el oro. Pero sin duda es el yacimiento de Las Omañas, situado en el tramo inferior del río, el que mejor refleja la intensa actividad minera desplegada por los romanos en estos valles.

Puentes y calzadas imperiales, casonas blasonadas, que hablan de hidalgos y señores entre los que, sin duda, los Quiñones son los más recordados, y una lúcida arquitectura tradicional engalanan los pueblos de Omaña.

Pandorado es, sin duda, punto de encuentro de toda la comarca. Cada 15 de agosto, se celebra una multitudinaria romería que congrega a vecinos de todo el valle. Cada pueblo acude con sus pendones y acompañan a la Virgen hasta Campodiós para luego regresar a la ermita para el reparto del pan.

Además del santuario, Pandorado custodia la herencia de una de las formas de vida más arraigada en esta montaña leonesa occidental, la vida pastoril ya que Campodiós o Campo de Dios es el extremo septentrional de una de las más importantes vías pecuarias, la Cañada Real de la Vizana.

También en Valdesamario destaca el santuario de La Garandilla, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Angustias, cuya festividad se celebra el 8 de septiembre y a la que acuden no pocos vecinos de toda la comarca.

Privilegiado mirador es el cueto Rosales, desde donde en días claros se divisan gran parte de las cumbres de la vertiente meridional de la Cordillera Cantábrica y buena parte de Omaña y sus valles contiguos.

Bajo el Cueto Rosales, en La Puebla del Castillo y sobre un altozano protegido por el río, se yerguen, a duras penas, las ruinas del Castillo de Benal, el baluarte de los Quiñones en Omaña. Al castillo de Benal y a la cercana torre de Ordás, estará ligada para siempre la leyenda de uno de los más valerosos caballeros de la comarca, Don Ares de Omaña.

Existen en Omaña diferentes Puntos de Interés Cultural y Natural y también Ornitológico y Geológico que Cuatro Valles ha señalizado con unas mesas de interpretación colocadas estratégicamente en los más destacados: los valles glaciares de Omaña y Luna, el Cueto de Rosales, la ribera de la Omañuela, el contraembalse de Selga de Ordás, el Castillo de Benal, el Santuario de Pandorado, el Santuario de La Garandilla, Las Miédolas de Las Omañas, los abedulares de Montrondo y Fasgar, el robledal de La Lomba y las alisedas de La Omañuela y La Utrera.

Además, otros recursos que merecen mención especial son: El Camino Olvidado a Santiago; que atraviesa la comarca de Omaña, para adentrarse en tierras bercianas a través del Campo de Martín Moro, donde retumba aún el fragor de antiguas batallas, cuando, durante la Reconquista, las tropas cristianas, auxiliadas por el patrón Santiago, fueron capaces de contener el avance sarraceno por el Boeza. En agradecimiento, levantaron la ermita de Santiago, una sencilla construcción que todavía se yergue en un lado de la vega, testigo silencioso de la historia y de la tradición.

El centro de interpretación de Omaña Alta y de la Reserva de la Biosfera de los Valles de Omaña y Luna ubicada en la casona de Murias de Paredes, que presenta al visitante los valores de estas comarcas singulares.

En Omaña encontrarás variedad de alojamientos donde pernoctar y restaurantes donde degustar su rica gastronomía de montaña para completar una visita que, sin duda, merece la pena programar.
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