Música triste para curar la tristeza

Alejandro Pelayo acude este jueves al Teatro El Albéitar para presentar en concierto los temas de su segundo disco en solitario, ‘La memoria de la nieve’

Joaquín Revuelta
17/09/2020
 Actualizado a 17/09/2020
El pianista, productor y compositor Alejandro Pelayo, conocido por su trabajo al frente del grupo Marlango junto a Leonor Watling.
El pianista, productor y compositor Alejandro Pelayo, conocido por su trabajo al frente del grupo Marlango junto a Leonor Watling.
Conocido por su trabajo al frente del grupo Marlango junto a la cantante y actriz Leonor Watling, el pianista, productor y compositor Alejandro Pelayo acude este jueves al Teatro El Albéitar para presentar en concierto los temas de su segundo álbum en solitario, ‘La memoria de la nieve’, que incluye trece temas instrumentales que van a vertebrar el directo de este músico que presumiblemente va a estar acompañado en el escenario por la violonchelista Marta Mulero. «Se trata de un disco minimalista de piano y violonchelo sobre la pérdida y las despedidas. Es la música que suena cuando se borran las imágenes, lo cotidiano se vuelve irreal y emocionante, y los recuerdos hacen trampa. Es lo que queda después de la tormenta. Música triste para curar la tristeza», sostiene Pelayo en declaraciones a Europa Press con motivo del concierto ofrecido en Málaga el pasado mes de febrero.

Sobre el origen de este segundo álbum en solitario, Alejandro Pelayo explica que se halla en una noticia dolorosa, como fue la enfermedad de un familiar, si bien matiza que «también se trata de continuar con la idea de mi disco anterior, ‘La herida invisible’, donde se busca un refugio para la vorágine en la que vivimos actualmente». «Intento con la música defender un territorio donde soy feliz y no permito que nada ni nadie ensucie ese lugar blanco donde mis hijos juegan con mis padres y no existe el dolor ni la enfermedad. Voy al piano a esconderme, a refugiarme cuando necesito cobijo o calor. Estas composiciones son fotografías que han perdido un poco el color, en algunas apenas se intuye el paisaje, otras están veladas. Estas doce piezas repiten una y otra vez el motivo principal de la melodía con el firme propósito de no olvidar, de aferrarse a un recuerdo donde fuimos felices. Cada invierno vuelve a nevar como si la nieve tuviera memoria de los días y de los lugares y después llega la primavera y los recuerdos se van borrando, se van derritiendo con el sol, y todo lo que nos queda, lo único que nos queda es el presente», concluye Pelayo.
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