Secundino Llorente

Móviles en las aulas

12/01/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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Los teléfonos móviles ya son imprescindibles en nuestras vidas. Los alumnos ya no pueden vivir sin ellos. Lo discutible es su uso en el centro escolar. Actualmente no hay normativa en este tema.

Todo sería más sencillo si nuestros gobiernos tuvieran la delicadeza de elaborar el tan ansiado pacto educativo, pero seguimos funcionando a golpe de reformas partidistas que no se enfrentan a temas conflictivos y poco rentables en las urnas. La polémica está servida desde el momento que Francia ha movido ficha y ha prohibido el uso de teléfonos móviles en las escuelas, incluso en los recreos.

Reconozco que, si bien hace unos años tenía muy claro el «no» a los móviles en las aulas, ahora ya tengo mis dudas. Cada vez será más difícil controlar esta avalancha. No sé qué es más difícil arrancar a un muchacho de 17 años, una muela o un móvil. La presión es cada día mayor. Ahora empiezan a surgir propuestas innovadoras para incorporarlos en el aula. Pretenden trabajar cualquier asignatura de forma dinámica y atractiva. El objetivo es aprovechar esta herramienta con la que los alumnos ya están familiarizados.

Además, no deja de ser hipócrita esta prohibición. ¿Cómo podremos justificar que para los adultos sea lícito en su vida laboral utilizar el móvil a su antojo y lo prohibimos tajantemente sólo a los estudiantes?

El uso del móvil ‘en sí’ no es ni bueno ni malo, todo depende de la utilidad que se le dé. Es evidente que, si aceptamos el uso de los móviles en el centro, tenemos que blindarnos contra conflictos de ciberacoso o problemas de privacidad. La imaginación de los alumnos es sorprendente, increíble, inverosímil, prodigiosa y hasta cruel.

Tengo el presentimiento de que estamos en el inicio de un largo proceso que nos llevará irremediablemente al uso normal del teléfono móvil en los centros escolares, pero sin un control riguroso puede llegar a ser un arma peligrosa en manos de alumnos insensatos.
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