Mongoles

17/01/2019
 Actualizado a 14/09/2019
Guardar
Déjenme que me explique, a estas alturas deberíamos saber que mongolismo es un síndrome congénito referido del cromosoma 21, o lo que bien conocemos como síndrome de Down. Pero no quiero faltar el respeto a nadie con el título y contenido de esta columna y bien hago uso de mongolismo para atenuar a ciertos personajes de este, nuestro querido país, que ya tengo mis dudas al respecto. Pero yendo aún más lejos, los mongoles eran una etnia, aquella que bajo el mando de Gengis Kan, o al menos la historia así nos lo cuenta, cansados de ser reprimidos tomaron las armas y decidieron poner orden al asunto aunque este se les fue un poco de las manos. En este mismo sentido, en España tenemos muchos mongoles, estos que sin ir más lejos se les está yendo todo muy lejos de la cordura y la razón.

Fíjense ustedes, los dos señores de la revista Mongolia, lo que entiendo que por ser de Mongolia, pues también son mongoles, que vienen a atizar o convulsionar a este país con sus críticas, según ellos satíricas. Pero mucho ojo a este tipo de pseudo humor, ya que detrás se encuentra la radicalización de las masas a través de un show con discursos nada democráticos. Salir a la palestra y meterse con todo quisqui es muy fácil, más si consigo entradas y vendo revistas para poder vivir bien. Pero la responsabilidad de estos señores va más allá de todo esto, incitar a las masas hacia una única verdad es peligroso. Si incitas tendrás críticas y boicots a tus actos, si por el lado contrario sigues tu camino, estarás más tranquilo. Algo que algunos no quieren admitir en sus vidas y más vale dinero en mano que ciento volando y el ‘merdé’ que se lo traguen otros que yo me retiro cuando obtenga lo que quiero. Una manera de hacer política muy sutil que implanta ideas vanas, vagas en contenido y mucha alusión al pasado que no nos beneficia a ninguno. Exacerbar a las masas es muy sencillo cuando se ocupa una gran posición mediática, pero no se trata de irritar o crear enfado a los que queremos que todo ocupe un lugar tranquilo, sosegado, donde todos podamos dialogar y en donde no tengamos que acudir con las uñas afiladas no vaya a ser que se nos echen encima. En los últimos meses han recrudecido su vocabulario y sus apariciones televisivas, tengo que decir que no he acudido a ninguno de sus espectáculos, algo que sí quería hacer, pero se me han quitado las ganas, no necesito que nadie me adoctrine, no, gracias, ya pienso por mí mismo. A esto, vimos el fin de semana a la izquierda pacífica.
Lo más leído