02/08/2020
 Actualizado a 02/08/2020
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Las cabezas pensantes de los partidos políticos –esas materias grises que casi nadie conoce– se pasan el día elaborando textos argumentativos con un único fin: que sus representantes públicos no se salgan de la línea marcada y sepan qué decir o contestar en presencia de los medios de comunicación y en las instituciones. Y todos a la orden. Sin rechistar. ¿Que el argumentario recoge que tirarse por un puente es la mejor opción?, pues para abajo y sin paracaídas. Y que Dios reparta suerte al encontrarse con el suelo.

Luis Tudanca, el secretario general del PSOE en Castilla y León, debe ser un dirigente muy bienmandado en cuanto a las indicaciones que emanan de Ferraz. Y es que los socialistas son muy ‘suyos’ –siempre lo han sido– para mantener la disciplina y decir amén Jesús a todo aquello que se les paute desde Madrid. La excepción más cercana que confirma la regla–y debe resaltarse así– es José Antonio Diez, el alcalde de la capital, que, en contra de la longitudinal central del partido, se mantiene en sus trece a favor del tan coreado «León sin Castilla, es una maravilla».

Pues bien, en ese sentido de marcar el paso a la voz ‘de frente, ar’, el líder Tudanca afirmaba días atrás que el primer año de gobierno autonómico, respaldado por el pacto entre el Partido Popular de Mañueco y el de Ciudadanos de Igea, sólo ha servido para «el reparto de cargos y chiringuitos entre sus amigos». Sesuda y original reflexión la del ‘patrono’ regional. Debió quedar agotado.

El término chiringuito, acuñado por periodistas y políticos de cualquier especie y condición, se explica al margen del diccionario de la RAE como la instauración de absurdas e irrelevantes fundaciones y otros consorcios –respaldadas económicamente por las administraciones públicas– para colocar a los afines. Con méritos o sin ellos. En definitiva, entes inservibles que nada aportan y cuestan un ojo de la cara y la cornea del otro, que decía Crémer en sus celebrados artículos de opinión. Por eso, que Tudanca hable de chiringuitos con ese desparpajo y atrevimiento, asombra.

Si en un ejercicio de auto crítica el paladín socialista volviera la vista hacia las vergüenzas de su partido en Andalucía –la escandalosa comunidad, madre de todos los chiringuitos y chollos habidos y por haber– sabría, y lo sabe, que en poco más de un año se han clausurado por parte del gobierno PP-C’s más de un centenar de esos ‘inventos’, donde encontraban acomodo miles de afines a la rosa sin espinas. Miles. Eso sí que eran chiringuitos vip en toda regla. Ya lo dice el conocido proverbio español: «habló de putas la Tacones». Pues igual que ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En política es moneda común.
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