22/05/2019
 Actualizado a 15/09/2019
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Sepan el señor director de este periódico y los hipotéticos lectores, por si decisión alguna a mi continuidad como opinador o como opinante a leer –aun sea por mero tropiezo– hubiesen de tomar, que quien firma estos textos merculinos no ha visto ni un solo capítulo de ‘Juego de tronos’. Tranquilos: ya he pedido consulta con mi médica de familia por si tratamiento urgente precisase o por si hubiera de tenerlo en cuenta a la hora de diagnosticarme una nueva avería. A lo peor, de esta automarginación me vienen algunas cuestiones que me ocupan.

Me preguntaba el domingo pasado, mientras me dirigía a la Feria del Libro, si la inspección de trabajo no ejercerá su función protectora sobre los varios candidatos a la cosa pública. Como el PP en su vertiginoso viaje al centro se nos ha puesto en modo 15M y vocifera por las plazas (sin tractores, no cunda el pánico), no pude evitar (y lo intenté) escuchar una voz rota. ¿A ver si arrancar votos va a ser actividad peligrosa y no les han dotado de la pertinente mascarilla? Claro que si se la ponen igual aspiran algunas cosas que dicen y se nos intoxican. Nunca se sabe qué es peor, por claro que esté qué es mejor. El lunes me enteré por la radio que el ronco y bronco era don Silván. Qué barbaridad, qué sacrificios. ¿Sonreiría en tal decir vociferante?

Que la memoria es selectiva se sabe, pero la amnesia voluntaria como que suena a jeta desmesurada. ¿Habrá sido Emilio Gutiérrez Fernández –único alcalde de la ciudad por mayoría absoluta– el alcalde que nunca existió? Lo digo por la adjudicación a don Silván de obras ejecutadas durante su mandato. Por favor: al césar lo que es del césar y al relegado lo que es del relegado. ¡Elegancias!

Ha dicho la señora Pastor que don Mañueco llega –o lo intenta– con ideas renovadas. ¿Lo necesitaba? ¿Cómo será la renovación: evolucionista o involucionista? ¡Hala! Otra incertidumbre.

Esto es un sinvivir. A ver cuando llega el sábado y por lo menos descansamos de campaña electoral hasta la próxima. Es decir, hasta el lunes, porque casi es lo único que hacen. Darnos la tabarra a los españoles en nombre de los españoles. Tal que precisásemos ser tutelados. Estoy por pedirles a todos los partidos que, cuando digan «todos los españoles», añadan «menos el Campal». Votar no es rendir el pensamiento, no es amén a todo, es confianza crítica.

No olvido Europa. Mire usted Austria, mire a sus homólogos de aquí, sus cercanías y pactos, y piense y vote. Es cosa suya.

Buena semana hagamos, buena semana tengamos.
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