Mi nueva vida

La Nueva Crónica continúa este serial sobre los ganadores del II Concurso ‘La juventud también escribe: Relatos para Josefina, 2020’ con uno de los relatos finalistas de la Categoría A (alumnado de Secundaria) del certamen

Miguél Andrés Rodríguez
03/06/2020
 Actualizado a 03/06/2020
| CARMEN COQUE
| CARMEN COQUE
Quién me diría a mí, que, en dos años, mi vida iba a cambiar tan radicalmente…

Soy Andrés y vivo en un pueblo de Japón, pero soy originario de León, de La Robla. Soy licenciado en Filosofía y Pedagogía pero amo la literatura. Daba clases de filosofía en un instituto de Palencia, pero al cabo de unos años supe que esa no era mi vocación. «La educación es un proceso que no termina nunca» –decía Josefina Aldecoa en su obra ‘Historia de una maestra’– y esas simples palabras me hicieron reflexionar sobre qué tipo de vida quería llevar. Al principio estaba entusiasmado por el proyecto que se me había ocurrido: irme muy lejos para enseñar mi cultura a otras personas, por ejemplo: mediante la lectura. Solo tenía que decidir cómo y dónde porque tenía claro que quería irme. Y pensé: -¿Cómo podría enseñar a otros niños y ancianos mi/nuestra, literatura?

Tenía la respuesta: mediante una «biblioteca andante» (así la llamaba yo) y busqué mucha información al respecto. Me sentía libre como un pájaro, y por fin iba a hacer lo que quería… Era muy joven… En fin, pensé en ir a África, un lugar sin recursos y donde la mayoría de la población era prácticamente analfabeta, pero no me convencía, y decidí irme a Japón, pese a los comentarios de: – ¿y no está muy lejos? – ¿estás seguro?

Es que es otra cultura, otra manera de pensar, es lo ideal… ¡Amaba Japón! Y además mi idea de libros andantes con imágenes ya estaba patentada: kamishibais.
Quién me diría que después de todos unos meses planeados en la isla se me iba a chafar el plan por una cosa tan tonta, o no…el impedimento de desarrollar tus capacidades por la simple razón de no poder dejar de pensar en otra persona.

Shelvey se llamaba. Una chica americana que también había tenido el sueño japonés de desarrollar en otra cultura sus conocimientos sobre árboles. Era ideal. Era una soñadora y una aventurera. Había dejado atrás su vida en Nevada para venir a Tokio. Y cuando llegué a la gran ciudad y nos cruzamos, nos chocamos, mi sueño de los kamishibais se iba a ir al garete… Quien me diría a mí que en dos años estaría en un pueblo japonés cuidando a mi hija Josefina, con Shelvey a mi lado y mis libros de filosofía en la mesita. Simplemente era amor.

Miguel Andrés Rodríguez tiene 14 años, cursa 2º de ESO en el IES Lancia y quedó finalista en la Categoría A (Secundaria) del certamen de relatos.

Ilustradora


Carmen Coque, llegada al mundo de la fotografía hace apenas unos años, ha entrado pisando fuerte y ya cuenta en su haber con varias exposiciones importantes y varios premios de prestigio. En su obra, con una particular visión del mundo que la rodea, se decanta fundamentalmente por el blanco y negro y colabora en múltiples proyectos protagonizados por mujeres artistas, como la exposición multidisciplinar en ‘Homenaje a Concha Espina’. Este año apoya esta iniciativa destinada a los jóvenes ilustrando uno de los relatos finalistas.
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