30/04/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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La persona que te quiere y te cuida. El cuentacuentos que te hacía sentir bien cuando eras pequeño. Las paredes y el tejado de mi casa. El marcapáginas de mil libros. Sabor a chocolate a todas horas».

Adrián, de 11 años, vecino de Santiagomillas y alumno del colegio La Salle de Astorga, es el ganador del quinto concurso de redacción sobre el día de la madre que desde Onda Cero La Bañeza–Astorga hemos puesto en marcha con los colegios de estas dos ciudades, además de otros pueblos como Santa María del Páramo, Veguellina y Hospital de Órbigo. Diez ‘coles’ con decenas de niños participando y escribiendo por y para sus madres, y también, por qué no decirlo, por los euritos del premio.

Teníamos hace unos días al ganador casi elegido cuando cayó en mis manos el texto de Adrián, ‘Mi Gran Tesoro’. «Para, para, para», exclamé en voz alta. «Aquí hay mucha carga de profundidad», apunté. A frasecitas. Con puntos y aparte. Como retazos de una serie de pensamientos incontrolables. Sabores, olores, sentimientos llevados de forma tangible al papel. Así era el relato del joven maragato.

«Flor hermosa que requiere de mis cuidados. El pirata que lucha por su tesoro, su familia. La muleta que ayuda al cojo. Primer Ángel de la Guarda. Lápiz que dibuja tu sonrisa más perfecta. Goma de corrección de mis errores».

La historia de Adrián es la de cientos de niños que tienen que hacerse mayores de repente, que la vida les juega una mala pasada cuando solo debe pasarles un balón de fútbol. Un niño (y un no tan niño) nunca debería ver a su madre enferma de cáncer, luchando por su vida. Pero ocurre, cada vez más. Y deben madurar para llorar, deben hacerse fuertes aunque no tengan cómo. Tienen que dejar de ser rapaces para acompañar el trance. Adrián, con lápiz y papel, liberó sensaciones de cuanto le pasaba por la cabeza. Su madre es la muleta, el chocolate, el cuento, el pirata, la goma de borrar… Simplemente magnífico.

Desde la primera línea supe que ese relato tenía un poso de tristeza, de melancólica admiración, algo sucedía ahí, hasta que el final del texto desveló toda esa fuerza latente. Un sentimiento de un niño hacia su madre que pese a todo, sigue siendo su gran tesoro.

«Y todavía quedándome corto y sin exagerar, mi madre es todo esto y mucho más. Con esta dedicatoria en especial para ella y para que gane su batalla contra el cáncer».

Un puñal al corazón del lector, un grito a la vida y eso, tal y como escribe: quedándose corto. La mamá de Adrián se recuperará, ya lo hace, y el pequeño sonreirá como antes. «Es la única alegría que nos hemos llevado en meses», comentaba el padre llorando tras recibir nuestra llamada para comunicarle que su hijo era el primer premio del concurso.

Un galardón merecido, no por pena, ni por el lloro fácil. El muchacho ha sido el número uno porque ha sabido sacar el alma al papel y ha contado qué y quién es su madre. Decenas de redacciones hablan de la mejor mamá del mundo; esta, sin embargo, no presume de la mejor, ni de la más exquisita cocinera, ni de la súper deportista. Habla, como han podido leer ustedes, de un pequeño gran tesoro que cada uno tiene, que huele, sabe y siente a madre, incluso, y sobre todo, cuando está enferma.

En el día de la madre, y cada día del año, el que pueda que la agarre fuerte, la haga reír y le diga que es el chocolate, el pirata y el lápiz que dibuja sus vidas. Háganlo, porque igual llega el día que no pueden, y se arrepienten de no haberlo hecho. Adrián lo sabe y lo hace, lo escribe y lo siente. Abre a cada instante, en definitiva, su Gran Tesoro.
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