27/10/2020
 Actualizado a 27/10/2020
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Aunque como disciplina siga teniendo su función y cometido, cierto es que el término ha venido cayendo en desuso. Hoy se prefiere hablar de Ecología para referirse a la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con el medio en el que habitan. Pero en León, en muchas cosas, estamos o algo anticuados o un poco fuera de onda. Así que últimamente he comprobado la existencia de muchos mesólogos y muchas mesólogas. Entendí, quizás apresuradamente, que su actividad se enfocaba a desentrañar la influencia que en nuestras vidas tiene el medio natural, del que siempre tan orgullosos estamos. Ya se sabe, naturaleza simpar, marco incomparable, espacio privilegiado, y todas esas cosas que como la letanía de un rosario se recitan no se si con alguna intención taumatúrgica.

Me dio por considerar que el medio es algo más amplio, y que también las estructuras sociales tienen especial incidencia en nuestro día a día, y condicionan seriamente nuestro futuro, de modo que me afané en encontrar sesudas reflexiones entre profesión mesológica sobre marcos políticos, relaciones de poder y de confrontación de intereses, pero, ingenuo de mí, quedé perplejo al comprobar que ni siquiera la mayor amenaza para la humanidad en décadas era asunto que tuviera que ver con el presente y el futuro concreto de las gentes que habitan esta pequeña tierra. Es como si viviéramos en una realidad paralela, repetitiva y esclavizante, donde todo se interpreta con claves bañadas de pesimismo, cainismo tribalista y ofuscación.

Y finalmente entendí que nuestros mesólogos y mesólogas no estudian el medio físico, social e incluso histórico en el que nos ha tocado vivir. Solo hablan de una Mesa de León, que ni entienden ni quieren entender, y a la que ahora se le exige que solucione en meses, no solo lo que nunca se ha arreglado en décadas, sino todo aquello a lo que ningún mesólogo ni mesóloga le apuró lo más mínimo hasta aquel 16 de febrero en el que, pese a sus propias profecías, la gente de esta región dijo que ya valía con la broma. Pero algunos siguen con sus chistes y con sus ciencias.
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