08/05/2022
 Actualizado a 08/05/2022
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Miramos desde la ruralidad más rural para la tele y resulta que nos querían asustar con unas peleas que hay por la capital para ver quién es el ‘encabezao’ de los de la rama que llaman del soe. Los rapaces más jóvenes y las rapazas más jóvenas –es una forma de hablar porque ya os dije que no pudimos hacer el Belén viviente porque no teníamos a nadie en edad de hacer de Virgen y de Niño ni te cuento– los rapaces, os decía, hacían amago de asustarse cuando el filósofo de lo rural de la tendencia oriental An Gelillo sentenció: «Pijadinas de poca índole, menudencias».

Como parecía extrañarles preguntó: «¿Contemplan los estatutos las armas legalizadas para resolverlo por la vía rápida si el debate se alarga más allá de la media noche».

- No, nada dice de eso.

- Nada menudencias. Eso se resuelve a mano abierta.

Y así fue. Cuatro días en el Parte, unos insultos de los que vienen en el diccionario de la RAE, se presenta el programa de fiestas que es lo que le importa al personal y mañana no se acuerda ni dios de que hoy se barruntaba la truena. Y ni truena ni hostias, que ya dijo el campanero: «A mí me avisáis cuando ya esté la truena, que estoy farto de subir al campanario y no tocar».

Había que establecer un sistema para no estar atentos todo el día a pijadinas de poca índole, porque se acostumbran a asustar con la truena y el campanero es un hombre que se merece un respeto. Si hay que tocar se toca, pero subir al campanario nada más a espantar las palomas eso ya no, que ya lo dice don Elías –que siempre avisa él «trátame de usted que tengo Bachillerato»–: «No se pueden banalizar los asuntos consuetudinarios», que es una frase que Belén Esteban no la entiende, otra que tampoco la entiende quería decir, pero tiene su miga.

Alo que íbamos, que hay que volver, que sea la última vez que paráis el Parte porque parece que hay asunto y resulta que son pijadinas de poca índole que no requieren ni la elección de arma. Menudencias a mano abierta. 
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