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Memoria estival

01/08/2020
 Actualizado a 01/08/2020
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Algo tiene el agua. Algo tienen los mares, los ríos, los lagos cuyo espejo de resol quebramos con los pies cada verano. Algo tienen que nos hace alejarnos de todo lo demás. Quién piensa en el trabajo con las olas revolviéndole el pelo, quién en la derrama discutida en la comunidad de vecinos mientras nada en las aguas del río de la infancia.

Algo tiene el agua. En verano, es también una memoria líquida que conecta con todos los veranos anteriores, que llega hasta el primero que podemos recordar. Memoria líquida que no tiene nada que ver con aquello de lo que hablaba el sociólogo Zygmunt Bauman, ese pasar fluido y rápido de las cosas, sino con todo lo contrario, con la solidez de lo que siempre está ahí: el mismo mar de todos los veranos, el mismo río, el mismo lago. Nosotros ya no somos los mismos pero lo pretendemos al volver a sus orillas.

Regresar a esas aguas se parece a escuchar una de esas cintas de casete variadas que antes se regalaban las parejas de novios. Cada inmersión pone en marcha un recuerdo de otros veranos: los filetes empanados en la fiambrera Magefesa, el frío de un polo Patapalo sobre la lengua, los viajes en coches sin aire acondicionado, aquel bañador tan feo y aquel chico tan guapo.

Avanza el verano, imparable a pesar de los deseos, y los pueblos van compensando, como pueden, la nostalgia por la ausencia de las fiestas patronales. Este año no habrá banderolas en la plaza mayor ni baile-vermut ni fiesta de la espuma para los críos. Por eso hay que hacer un gran recibimiento a esos herederos de los cómicos de la legua que vuelven a los pueblos con sus pequeños escenarios para hacer obras de teatro o malabares. Los cómicos saben mucho de pandemias porque las han superado todas. Y aquí están: han vuelto para adivinar la sonrisa que los espectadores ocultan bajo la mascarilla.

La cultura se está demostrando resistente y acariciadora, como lo fue durante el encierro. Los cómicos, los músicos, los poetas, los artistas circenses han vuelto a la carretera igual que la memoria vuelve siempre al mismo mar, al mismo río y al mismo lago.
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