"Me mandaba una peseta para que comprara un sello y le escribiera"

Esta semana se cumple el sesenta aniversario de la boda de Teresa López y Jesús Prieto, seis décadas luchando juntos, en diversos trabajos y en diversos lugares, en León; muchos años en Inglaterra... sirviendo, de minero, taxista, en hostelería, madre

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
02/09/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Esta misma semana se cumplen sesenta años de su boda y lo quieren celebrar, porque se lo han ganado. «Hemos chuzado mucho juntos y eso une... y además me salió bueno, que no quiero otro y si tuviera que ser, que sea igual que el mi Jesús». Lo dice Tere López, una bisabuela divertida y optimista, contrapunto justo de Jesús Prieto, su marido, un tipo tranquilo, callado, trabajador. 
Tere es de Cármenes y Jesús llegó a este pueblo desde la Cepeda como «casero», pero no coincidieron allí. «Yo estaba en Mieres sirviendo y vine a las fiestas de Santiago; en ellas me vio Jesús y se enamoró de mí, tanto que después me mandaba en las cartas una peseta para que comprara un sello y le contestara», cuenta ella mientras Jesús asiente y sonríe. «¡Qué tiempos!».

Yo me trabo al hablar, pero en Inglaterra, con la necesidad deentenderme, no trababa ni una palabra«Duros», recuerda Tere, cuando repasa el camino que iniciaron juntos. «Yo soy la mayor de seis hermanos, uno murió casi al nacer y por eso a misiguiente hermano le pusieron Isidoro, que es como se llamaba el que murió. Mi hermano Pedro nació cuando los bombardeos de la guerra y mi madre tuvo que marchar pariendo para la cueva en la que se refugiaban cuando avisaban de que venía la aviación».

Jesús entró a trabajar en la mina y les surgió la posibilidad de emigrar, como tantas familias de aquella época. «Nos salió un contrato de trabajo en Inglaterra y para allá que nos fuimos».

- ¿Sabías inglés?
- ¿Inglés? Ni jota, me trababa para hablar el español como para hablar inglés, pero lo aprendes, cuando lo necesitas. Yo me trababa en español pero cuando hablaba en inglés, como necesitaba entenderme, lo decía todo seguido. Y Jesús también aprendió italiano, que trabajaba con ellos.

Nos dijo el cura, ‘la mujer y la sartén en la cocina estén’, pero yo me puse a trabajar  Años en Inglaterra pensando en regresar. «Cuando tuvimos unas perras, para acá. Jesús compró la plaza de taxista y hasta que nos jubilamos en León. Y a vivir, que nos lo ganamos», aunque Jesús no sabe estar quieto y lo mismo cuida de un huerto que es la envidia de muchos, que tuvo colmenas o restauró un viejo molino... «él siempre anda cafuñando, pero está delicado del corazón, que el otro día lo tuvieron que llevar en el helicóptero porque se quedaba».

«Ya trabajamos lo nuestro», dice Tere y sonríe cuando recuerda que «en los cursos para casarnos don Clemente me decía: ‘la mujer y la sartén en la cocina estén’. Estaba bueno él, la vida hay que ir a buscarla donde esté».
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