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Mascarilla: formas y maneras

23/05/2020
 Actualizado a 23/05/2020
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Desde el pasado jueves, la mascarilla se ha convertido en una de las prendas obligatorias para todo ciudadano mayor de seis años. Hace unas semanas no eran obligatorias, porque no había, y por tanto, los vecinos obedientes no corrimos a comprarlas. Es ahora, cuando en los almacenes ya hay existencias, cuando se pone en marcha la obligatoriedad. Y como no podía ser de otra manera, en este sainete interminable en el que vivimos, todo se vuelve cíclico, y ahora desaconsejan los guantes, justo cuando apenas hay en el mercado.

Ayer cuando salí pude observar este nuevo complemento y cómo ha calado en nuestras gentes.

No soy psicólogo como la madre en apuros, para determinar (conociendo un poco de psicología de la comunicación), cómo la colocación de la mascarilla dice mucho de lo que somos.

En primer lugar están los que sacan la nariz por encima, como si por las fosas nasales no entrase ni saliese el bicho, algo similar podríamos decir de aquellos que gustan de llevar la bragueta sin cerrar del todo cuando lleva cremallera, dejando aproximadamente un dedo, o sin abrochar el botón de arriba si es un Levi’s 501, ¡total, va la camiseta por encima y uno tiene que ser feliz!

También están aquellos que se colocan la mascarilla en la barbilla, como si fueran las gafas para ver de cerca que vende mi amigo Javier, y que gustan mucho a los médicos de cierta edad. Esas de colores, que gracias a ese imán casan las dos lentes justo unos segundos antes de hacer la receta.

Y luego están los que la llevan colgada solo de un lado, porque han parado a echar un pitillo. Los que la llevan apretujada porque les da igual todo a modo de quitamultas, como aquellos ‘niños bien’ que iban en la Vespino con el casco de la Señorita Amores o del Sr. De Wit.

Por tanto: hay tres tipos, la quirúrgica que no contagia pero que con ella te lo puedes llevar, pero que sirve para esquivar la denuncia. La fetén, que es la fpp2 con la que el bicho ni entra ni sale, pero que cuesta más y que para una familia de cuatro el asunto se complica, teniendo en cuenta que sólo se puede usar ocho horas. Y la insolidaria, la de la válvula de los cojones, que solo sirve para expandir el tema, pero que la mayoría de los usuarios ni siquiera lo saben.

Los clubes de fútbol, viendo que esta prenda ha llegado para quedarse, han visto, como dicen los markertinianos de manual, un gran nicho de negocio, con los colores de los clubes y el logotipo. Miedo me da esta moda y más en León, que ya se sabe que hay mucho eleteuve… Yo quiero llevar esa de «La cultura no se censura», que luce el mundo del toro esta última semana.
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