Más del 60% de la plantilla del GRS de León ha pedido el traslado

Guardias del grupo asentado en La Virgen hablan de "dictadura encubierta" y apuntan que ha habido más de 35 bajas simultáneas

I. Herrera
05/11/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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De los 120 guardias civiles que componen las dos secciones operativas del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil asentado en La Virgen del Camino –a los que habría que añadir la sección de apoyo (unos veinte) y la plana mayor– alrededor de 80 han solicitado el traslado, en otras palabras, irse de León. Esto supone más de un 60%. Pero además, en enero de este año llegaron a registrarse más de 35 bajas simultáneas entre el personal. Estos datos dibujan una situación que, según se han atrevido a confesar un nutrido grupo de agentes, se retrotrae a hace año y medio o dos años.

80 han pedido irse, pero no todos lo han conseguido, de hecho menos de la mitad han sido los «afortunados», y les resulta casi irónico pensar que se pueda considerar fortuna marcharte de una plaza como León, con lo que cuesta llegar aquí como destino.

¿Pero qué está pasando en el GRS de León? Guardias del grupo asentado en La Virgen hablan de «dictadura encubierta». Cabe señalar que este grupo especial de la Benemérita no depende de la Comandancia de León, sino que depende directamente de Madrid, por lo que la distancia merma sus esperanzas de que alguien tome conciencia de cómo este grupo está siendo «destrozado» a manos de «los oficiales». Se refieren a los tenientes –al mando de un comandante–; de sargentos hacia abajo todos serían objeto de ese clima de presión que, según relatan, roza el maltrato.

Repiten continuamente que su único deseo es trabajar. No se quejan de que el pasado año estuvieran lejos de casa una media de 250 días (la crisis de Cataluña disparó esta media). Es más, no entienden que se haya descuidado la instrucción de este grupo en aras de incrementar los controles que, lejos de formar parte de su misión específica, sólo tiene sentido, consideran, desde un punto de vista de elevar las estadísticas y transformarlas en medallas. La consecuencia: su condición física ha bajado notablemente, y eso repercute en las lesiones y, por ende, en las bajas.

Su función es la prevención, mantenimiento y, en su caso, restablecimiento de la seguridad pública. Además, como Unidad de Reserva posee y puede adquirir diversas capacidades para su empleo temporal en beneficio de la acción de otras unidades, resultando idónea para prestar colaboración en casos de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública, e igualmente para realizar o colaborar en el desarrollo de las misiones internacionales que se le asignen.

Esta «dictadura» de los oficiales se ejerce a través de denegación sistemática de días libres, permisos... de hecho esto ha derivado en un repunte significativo de los recursos de alzada, que, sin embargo, por mucho que los ganen, los días ya están perdidos, las bodas ya se han celebrado, los hijos ya han soplado las velas o los viajes ya se han anulado. «Cada vez que intentas ejercer un derecho, te lo pisan», afirman. Esta es una de las formas, pero hay otra que tiene todavía más repercusiones, sobre todo cuando la única salida que ven a todo esto es marcharse, la de las valoraciones en los Informes Personales de Calificación del Guardia Civil (los IpecGuCi). Aseguran que son el único GRS de toda España –además del de León, el GRS tiene grupos en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Pontevedra y Santa Cruz de Tenerife– donde hay IpecGuCi suspensos. Se trata de un sistema que debería servir «para motivar, no para castigar», sin embargo aquí es la principal vía de amenaza, denuncian.

«Cuando te ponen la ‘x’ ya sabes lo que va a pasar: IpecGuCi suspenso», y con tres de estos pueden ser propuestos para ser expulsados del Cuerpo. Además, estas notas –que suelen estar por encima del 6,5 generalmente– sirven como ‘carta de presentación’ cuando piden un traslado o se presentan a un ascenso. Están marcados, y todo por unas notas que aseguran «arbitrarias», que no se corresponden con el trabajo realizado, con el esfuerzo y con la dedicación al Cuerpo.

Y ojo con el sargento que se atreva a aprobar un IpecGuCi en contra de la voluntad de los tenientes, exponen. El oficial anula automáticamente al instructor en cuestión y coloca a otro que cumpla con el suspenso. Por supuesto, el primero también será ‘castigado’ en su valoración. La consecuencia es que la mitad de los suboficiales también se han ido de León.

Hay que señalar que normalmente estos informes se realizan de forma bianual, salvo cuando hay un suspenso, que se repite al año, lo que supone que lo más probable es que en tan sólo doce meses el oficial al mando siga siendo el mismo y, por tanto, la situación, idéntica.

No todos están igual, las secciones operativas viven con especial crudeza esta situación de miedo y desesperación, mientras los de apoyo, los elegidos de los oficiales, aseguran, disfrutan de unos derechos que le son privados al resto.

Según relatan, las presiones las ejercen los tenientes sobre los sargentos bajo amenaza de represalias contra ellos, no hay opción de plantarse desde abajo y, desde arriba, nadie toma medidas para poner remedio a una situación que está suponiendo una desbandada del personal. Y si expones un problema o una necesidad, «me partes el corazón», como les dice uno de los tenientes repleto de sorna y desprecio.

Se sienten desprotegidos, abandonados y atrapados, y la única esperanza que ven es que estas «cinco personas que están jodiendo a 130 tíos» asciendan. Están en sus manos. Salvo que el comandante jefe del GRS de León deje de mirar hacia otro lado, o en Madrid constaten las cifras y se investigue qué es lo que está pasando en La Virgen, porque empiezan a temer que cualquier día haya algún «taponazo».
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