Marialba

En algún sitio vi el otro día que la Diputación iba a destinar un dinero para los restos de la basílica paleocristiana de Marialba de la Ribera. Lo leí dos veces, por si acaso; y… sí, lo había entendido bien. Y se me empezaron a caer las lágrimas… La emoción, ya sabes…

No recuerdo cuánto –no era mucho, eso seguro– pero tampoco la cantidad es lo importante; ni siquiera la finalidad concreta, la construcción de una cubierta que, de alguna manera, evite que se deterioren más los restos arqueológicos. Por increíble que parezca, lo más relevante es que alguien se haya ‘acordado’ de Marialba…

La basílica se encuentra a unos siete kilómetros al sur de León, a orillas del río Bernesga, en el entorno arqueológico de ‘Legio’ y próximo a la vía que se dirigía hacia Lancia –sobre Lancia ya hablaremos otro día, que también da el tema de sí– y al resto de la meseta. Y aunque fue ya estudiada a finales del siglo XIX, fueron los trabajos del Instituto Arqueológico Alemán en 1967 y 1968 –hace nada menos que medio siglo–, con Helmut Schlunk y Theodor Hauschild al frente, los que pusieron de manifiesto la relevancia de este templo martirial, un edificio independiente y construido ex novo –quién sabe si vinculado a algún asentamiento romano– en tres fases entre los siglos IV y VI, y con un uso funerario. Especialmente relevantes son trece sepulturas –una de ellas destaca por encima de las demás– construidas en la cabecera, que han dado pie a distintas leyendas que entroncan con la tradición leonesa… aunque alejadas de la realidad, claro.

Y es que tenemos al lado de la capital leonesa una de las construcciones más importantes del norte de la península en su época, cuya relevancia fue fundamental en la difusión del Cristianismo temprano en tierras leonesas. Y sin embargo, ‘pasamos’ de ella y no la tratamos –ni por asomo– como deberíamos, aunque solo fuera fomentando, pero de verdad, su visita y puesta en valor. Créeme que, por más que lo intento, es algo que no soy capaz de entender…