María, la musa de Ruidelamas

María Brañas, nacida en Ruidelamas, acaba de fallecer a los 102 años. Ella fue quien le dijo a Julio Llamazares la expresión que cierra la considerada su mejor novela ‘La lluvia amarilla’

Fulgencio Fernández
07/08/2022
 Actualizado a 07/08/2022
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«La noche queda para quien es». La anterior es la última frase de la novela de Julio LlamazaresLa lluvia amarilla’, para muchos su mejor libro y sin dudas el más vendido y traducido de todos los del escritor de Vegamián, que han tenido en su mayoría una excelente acogida.

Ya hace tiempo que Julio Llamazares explicó que esta frase «se la debía» a una mujer que se la había dicho, María la de Ruidelamas, un pueblo del municipio de Balboa. Lo hizo cuando supo que esta mujer vivía y fue a hacerle una visita para agradecerle lo que el novelista considera «el final perfecto para su novela». Recordaba Llamazares que había visitado a aquella mujer, la última habitante de su pueblo natal, para un reportaje periodístico y ella le dijo esta frase hablando del peligro de andar por aquellas carreteras con las intensas nevadas que caían. «La noche queda para quien es», le dijo María en una frase que se le quedó grabada a Llamazares, llevó a su novela y reconoce que es la que más «quebraderos de cabeza ha dado a quienes han hecho las sucesivas traducciones a diferentes idiomas».

El escritor no había vuelto a saber nada de María y creía que habría muerto cuando hace unos meses supo que vivía y mostró su interés en ir a verla y agradecerle la frase. Aunque era una mujer muy anciana, centenaria, que poco entendía de lo que el escritor le contaba de 35 años atrás y de una frase que seguramente ya no reconocía como suya.
María, la frase y el recuerdo han vuelto a ser actualidad esta semana porque María Brañas Vidal ha fallecido, con casi 102 años, en Portela, donde la cuidaba una hija. Julio Llamazares le brinda su homenaje y su despedida en su artículo semanal en El periódico de España bajo el título de «María de Ruidelamas».

En su artículo recuerda Llamazares que «la frase, que es la mejor del libro, es la única que no me pertenece. Se e la debo a una mujer, María Brañas Vidal (María de Ruidelamas por ser la última habitante de esa aldea en el concejo de Balboa, en las montañas que separan León de Galicia), quien me la dijo en una ocasión, hace ya 35 años, cuando la visité con motivo de escribir un artículo sobre los efectos de un temporal de nieve que había dejado aislada durante días toda la zona».

Y reflexiona el escritor de Vegamián sobre el hecho de que «la literatura es de quien la crea, no de los escritores que nos la apropiamos. Y María de Ruidelamas, que vivió la lluvia amarilla de verdad, merece que se le reconozca su autoría, aunque nunca leyera una novela que sin ella no habría tenido un final perfecto».

El final de María la de Ruidelamas.
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