Imagen Juan María García Campal

Mareas y resacas. Cuenta atrás (3)

22/06/2022
 Actualizado a 22/06/2022
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Menos mal que hoy escribo desde Bocamar, donde hay generosas personas que saben de mareas y resacas y me enseñan a observarlas y casi a prever sus influencias y consecuencias. Si mi refugio fuese mayor y mantuviese alguna esperanza de utilidad, invitaría a los portavoces de la varia izquierda andaluza. De cabrearme y mentarles ascendencias creo que solo me libraron la distancia geográfica, cierto escepticismo y la propia conciencia y experiencia de lo que son desmemorias y olvidos.

Escuchando el domingo por la noche y el lunes de mañana sus análisis de sus respectivas debacles electorales uno llega a la conclusión de que en su deformada conciencia, para ellos, la responsabilidad de las mismas es de la inocente –«cándida, sin malicia, fácil de engañar»– ciudadanía o, en la más pudorosa observación, del chachachá, pero de ellos, quia.

Ellos, las élites partidarias, nunca son culpables de nada. Aunque hayan tenido años para ejercer la oposición de forma y manera que se hiciesen veraces y por ello creíbles. Aunque hayan tenido meses, si no años, para hacer un programa concreto y verosímil. Aunque hayan tenido años para dejarse de leyendas y eslóganes y regresar a los principios cuyas riquezas sirven para adaptarse a los tiempos. Aunque uno no sepa en qué echó el tiempo una de esas formaciones como para llegar tarde a conformar la coalición electoral. Ay las listas, ay los listos. Hay demasiada humanidad endiosada, demasiado dogma agnóstico.

Una vez más me recordaron al sargento Picurri (don Alfredo Pérez), del extinto CIR 12 del Ferral del Bernesga, cuando a algún ‘estudiado’ le espetaba su famosa advertencia: «¡Ten cuidado, chaval,que te meto una autocrítica que te cagas!», como bien relata –no sin cierta ternura– Paco Flecha en sus ‘Crónicas del Reino Menguante’.

Conveniente sería que releyesen o leyesen por vez primera, que estudiasen, que practicasen un concepto tan necesario en todo pensamiento y obra, que no se tenga por único, como es la autocrítica.

Pero no, cada día hay más listo que cree que tal concepto se descompone en dos: uno, en auto (oficial a ser posible) y, dos, crítica al compañero que asombre –de hacer sombra– o al adversario. Pero ni hacer esta última saben. Siempre vuelta con la fácil demagogia, cual que la ciudadanía precisase forraje y no ideas, compromisos y realidades.

Quedan las alegrías de ver a los voxistas en la común resaca, fuera de un hipotético gobierno y a su España, sorda a su vocerío. Del mal menor, el bien mayor.

Buen verano tengan y buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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