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Mamíferos porcinos

16/08/2021
 Actualizado a 16/08/2021
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Abondo de tanto atarugarse ante estos gobernantes arrapiezos y su hablar inclusivo, el cronista se arroja en brazos de José María Goy, al autor de la famosa novela ‘Susarón’ en la que, además de sus andanzas por la Puebla de Lillo de los 20 del pasado siglo, nos incluye un diccionario fundamental del leonés/montañés. Y así creía haber enfocado con astucia el furor del verano, cuando se encontró, topose en asturiano, con que, al ir a abastecerse de cecina en El Negrillón de Boñar, una de las ofertas en las estanterías rezaba: «Piel de mamífero porcino en su cristal» y, viendo que se trataba de torreznos de gocho, se fue a confesar con la dependienta, que manifestó estar dispuesta a leer esta columna a partir de ya.

Y ya convicto y confeso volvió a echarse en brazos de Luis Mateo, quien, en su cuento ‘Muerto’ del libro ‘Invenciones y recuerdos’ nos asegura que «Volver no es regresar» en el que Cesidio se encuentra en medio de un camino en el desierto de Moravines con un muerto que se levanta con malas pulgas y se pode a discutir y Cesidio, harto, le dice. «El problema suyo no me parece que sea el desasosiego y la incertidumbre, usted es un melindres». Y acudiendo al citado diccionario de J.M Goy, no encuentra melindres, pero sí moruego, con el sentido de hosco y huraño, como tal para cual.

Así que, aclarado ya lo de los moruegos/melindres, y leyendo lo que le dice Cesidio al otro: «No hay muerto cabal», no le extraña nada al cronista que al gocho lo quieran llamar mamífero porcino, con lo que tan solo faltaría lo del cristal, su cristal. Como también nos faltaría distinguir entre los muertos irresolutos y los muertos interesados, de seguir a nuestro Luis Mateo en la locura de su cuento: «Vuelve el que tiene algún reconcomio».

Pero esta tarde de agosto, en la que está surtiendo febrero, y en Felechas tocan y bailan en un eterno festival de danzas de la tierra las diferentes agrupaciones folclóricas que rememoran con sus vestimentas y movimientos unos tiempos idos, no hay más remedio que detener los relojes y reflexionar, y, como escribió el cronista en su ‘Los falampos de la nieve’ de 1985: «De ellos esta leche, esta dibura del pasado» y esos torreznos de corteza de cerdo, que ahora llámanse piel de mamífero porcino. ¿Y, qué más da? Si saber siguen sabiendo a cristal…

Y en Felechas, delante de los tres hórreos, debajo del serbal de los cazadores y sus ramos de bayas amarillas, un recuerdo emocionado para nuestro Toño Morala, muerto sin desaparecer.
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