21/11/2021
 Actualizado a 21/11/2021
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Tengo una teoría y, como columnista vuestro que soy, os la voy a dar. Ahora que por fin el Ministerio del ramo ha logrado prohibir en horario mortal los anuncios y promociones de las casas de juego y demás vicios ludópatas, podría haber llegado la oportunidad para plantearse cumplir esa misma norma en la mano que los medios de comunicación reparten cada día. Prescíndase de las apuestas políticas, del juego entre partidos, de la ruleta de los nombramientos posibles y no reales, del casino de puertas adentro, de los faroles y faroleros y de los arrastres de cada día y tendremos unos medios que, por esa vez, comunicarían lo que sucede. Estrictamente. Lo que querría tal o cual otro individuo que sucediera, lo que podría suceder si o simplemente lo que sucederá algún día o tal vez nunca pase debería constar en otro tipo de calendarios zaragozanos o listas de corredor de apuestas, para consumo de suscriptores aficionados a la especulación y el morbo, publicaciones ‘del corazón’ de los partidos (si lo hubiera) y de sus tinieblas. Un ‘Sálvame en las listas’ sin prime time. El condicional, el subjuntivo y el futurible se limitarían a los programas de videncia y las consignas de cada mañana en timbas ajenas. Ceñirse al presente puede desesperar pero no defrauda: es lo que hay, dicen por ahí.

Con esa determinación tomada empezaríamos a ver desvanecerse Mesas por León, llamamientos a repoblar oquedades y emprender emprendimientos, enunciados manoseadísimos sobre lo maravillosos que somos o lamentos sonorísimos acerca de lo mal que lo hacemos, apuestas a mil y una ideacas con dinero ajeno y un sinfín de noticias de mucha tinta negra que no la merecen, más con lo caro que se está poniendo el papel. ¿Se imaginan prescindir de publirreportajes en los que periodistas y periolistos se codean con prebostes públicos, arrojar notas de prensa oficiales de tal o cual declaración y acto vacuos al cesto virtual de los papeles, atender sola y exclusivamente a lo que sucede, se decide o se compromete? ¿Pueden hacerse a la idea de una sección de noticias sin ocurrencias inmaduras, fatuidades de manual, destemplanzas a la contra e ideas de primeras dadas? Y respecto a los proyectos que se anuncian, ¿qué hay de enterarse sin verse acosado por una riada previa de ‘apuestas’ y proclamas digna de Godot?

A mucho periódico le acaba por suceder lo que a los diarios deportivos, cuyo estilo imitan con tan escaso gusto: no tienen fecha de caducidad, cambiando nombres propios y los datos del resultado –¡lo sucedido!–, sirven para cualquier semana, cualquier mes, cualquier año, tal es la intrascendencia. Su relación con la realidad sirve a los intereses y la perspectiva hooligan del equipo de sus entretelas (y de sus finanzas). Y luego que las redes sociales se comen la merienda: al menos allí no ponen cara de póker. Allí el juego es serio, si se apuesta se puede perder y las consecuencias están a la vista de todos.
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