Los personajes del tío Ful: Teyo Prado

Empresario de éxito en Cataluña pero vive "en pastor", lo que siempre quiso ser, trashumante. Reivindica las tradiciones de su tierra y a las mujeres trashumantes

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
16/12/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Al presentar a Eleuterio Prado, Teyo el de Prioro, se suelen ir las palabras por el camino de su éxito empresarial en Cataluña, su formación clásica en el Valle de los Caídos... pero en cuanto le llega el micrófono a él las palabras se escapan a hacer la trashumancia, al mundo pastoril, a las viejas tradiciones de su pueblo —la ronda, el mayo, los quesos, las canciones, los aluches...—. «Soy hijo de pastor, enamorado de esta profesión y si algo reconozco que es una pena en mi vida es no haber podido hacer la trashumancia a Extremadura, como los pastores de mi pueblo... me quedé en motril».

Por sus muchas facetas, por su pasión por su tierra, recibe hoy el nombramiento de Socio de Honor de la asociación Sofcaple (a las 12, en la Cámara de la Propiedad Urbana de León), pero Teyo Prado también le da la vuelta a estos argumentos y prefiere centrar su mirada en otra persona: «Habría que valorar mucho más a las mujeres de los pastores trashumantes, que se quedaban casi diez meses solas cuando los maridos marchaban con los rebaños. Solas, cuidando a los hijos, atendiendo al ganado...». Y no tiene que ir muy lejos para buscar un modelo, su propia madre: «Te diré una cosa, el éxito empresarial de nuestra familia en Barcelona no es más que fruto de la tremenda lucidez para los negocios de mi madre. Con el paso del tiempo recuerdo que cuando iba a los bancos todos los directores me contaban que recordaban a mi madre, que llegaba con su pañuelo negro en la cabeza... pero cuando se ponía a negociar los intereses y esas cosas, no le dolían prendas en decir ‘me voy a otro que me han ofrecido más’». Y todo había empezado invirtiendo los ahorros en una tienda de pueblo, y los ahorros de la tienda de pueblo en dos solares en Guardo... Y.
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