Los personajes del tío Ful: Tere del Campo, de Casa Maragato (Busdongo)

En las estanterías de Casa Maragato están escritas casi dos siglos de historia de las viejas tienda bar, cinco generaciones que solo habían bajado la trapa en la Guerra Civil... y ahora

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
18/04/2020
 Actualizado a 18/04/2020
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Tere, que es la quinta generación de la familia Del Campo al frente de Casa Maragato, y Juan, que es de Felechas, son conscientes de que en las abigarradas estanterías de este histórico almacén, las tienda bar de tantos pueblos, está escrita la larga historia de un oficio que defienden a capa y espada. Saben que de esta Casa ya escribieron Hans Friedrich Gadow y Clara Maud Paget, en 1898; que por allí pasaba y paraba de Tino Casal a Manolo Escobar, de Tini Areces a Amparo Rivelles. «La verdad es que llama la atención el sitio, por eso no queremos cambiar nada, aunque tuvimos que cambiar aquel histórico mostrador de madera, que se pudrió, y nos dejaron poner otro igual, que ya lo sentimos».

Y en esa larga andadura de historias asturleonesas, de la despedida para los que caminan hacia el Principado y del saludo para los que vienen a secar, recuerdan Tere y Juan que «sólo se había bajado la trapa cuando la guerra civil, que ya sabes que aquí fue muy dura, unos fueron detenidos, otros al exilio... y no se el tiempo que permanecería cerrado El Maragato, pero lo que sí nos contaron es que cerraba ‘de aquella manera’, se entraba por la gatera... ya se sabe cómo eran las cosas entonces».

- Y ahora...
- Pues ya ves. No tenemos ni idea de lo que va a pasar. Juan mata el tiempo haciendo cosas de carpintería, que le gusta; yo he colocado todas los frascos de la colección de arena de playas y desiertos... y el chaval, que se iba a casar en septiembre, temblando.

Pero se muestran convencidos de que son rachas, como toda la vida. «Mira, Busdongo vivía la mejor época a principios del siglo XX, cuando era un punto estratégico del ferrocarril, y vino la guerra. Y salimos adelante, con la filosofía que decía mi padre: ‘aquí no entra nada que no esté pagado’. Así que habrá que volver a salir adelante, aunque ahora la cosa pinta mal».

Y argumentan un curioso ejemplo, el del árbol del amor, casi único en la provincia. «¿Te acuerdas del disgusto cuando lo tumbó un vendaval? Pues está echando brotes nuevos».

Pues que cunda el ejemplo.
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