Los personajes del tío Ful: Rosa, pescadora, agricultora, panderetera...

Una de esas mujeres extraordinarias que dice con gracia y verdad que "de trabajar quedé bastante harta", pescadora furtiva que decía al guarda, "multe, está en su derecho"

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
17/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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A mi me parió mi madre en Samario, me llevaron unos tíos a La Utrera, allí me crié y me casé. Después fuimos para Gijón, estuvimos 15 años, pero a los chavales no les gustaba Asturias y hubo que volver para acá, a La Garandilla, y aquí quedamos y aquí estamos". Así resume Rosa su vida en pocas palabras, con una voz ronca y rota del tabaco y fuerte, de quien no se le pone nada por delante. Nada más que la escuchas hablar sabes que estás ante una de esas mujeres únicas y extraordinarias, y cuando la conoces... aún más.

Déjala que siga. "Yo era el mozo de casa, porque éramos los tres solos, y del trabajo estoy bastante harta. Lo hacía todo, picaba la guadaña, cabruñaba; araba,¡qué remedio!, con el arado de madera, mi tío iba con una pareja y yo con otra, desde las 4 de la mañana hasta las dos;que había que arar los rozos, y roturarlos, y rasbarlos y binarlos y terciarlos y sembrarlos. Que el centeno pedía tres araduras y si querías comer... qué remedio te quedaba". Y remata su lección de viejos oficios y palabras precisas con una reflexión que repite con gracia: "Yo del trabajo quedébastante harta".

Y cuando fue a vivir para Asturias cogió otra afición que también fue trabajo pues ganó ‘perras’ con ella, la pesca. "El marido mío y otro iban al Sella a pescar y nosotras a mirar, pero yo para mirar no valgo. Compré la caña, a pluma, y pronto saqué un pez que nunca había visto, lo metí entre las hierbas y cuando vinieron los paisanos se asustaron, que son esguines, la cría del salmón ¡Cómo os pille el guarda! Pues ya están muertos, les dijimos"... Y así nació una pasión que continuó en los ríos trucheros de Omaña.

— Aquísaqué la licencia todos los años, pero pesqué con licencia y sin ella, porque salía todos los días del año a pescar, nevara o lo que fuera. Y me pillaban los guardias y los guardas y les decía, «denuncia, tu multa, que estás en tú derecho, pero por la tarde salgo otra vez a pescar para pagar la multa que me pones por la mañana.
Y a nada que le pidas toca la pandereta y canta, bien. Yyo te pido una cosa. Escucha la entrevista, por ella, no te arrepentirás.
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