Los personajes del tío Ful: 'Paco el de Viego'

Paco el de Viego lleva en el ‘apellido’ por el que todos le conocen la referencia de su vida, el pueblo, las gentes, los recuerdos, la memoria y las conversaciones

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
13/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Quedamos con Paco en la Venta del Remellán, lugar que ha convertido en su centro de operaciones. Nos sienta en la terraza, mirando al monte y al río: «Tú mira estos montes, escucha el río, ¿conoces un paraíso mejor?», dice convencido, para rematar con una de sus bromas: «Ahora un vino y una tapa de tortilla de la casa... que se pare el mundo».

- Y una trucha de segundo.
- Eso no se puede.
- Pero por aquí siempre fuisteis algo furtivos.
- Antes todo el mundo era algo furtivo. Pero era otra cosa, era para comer o para alguna reunión de amigos. Sobraban truchas para todo.
- ¿Cuántos kilos venderían aquí en Remellán?
- ¿Kilos? Querrás decir camiones, aquí se vendieron camiones de truchas.

Y los recuerdos y la conversación se van para su Viego natal, para su valle de Reyero. «Es otro mundo, en todo, muy desconocido porque está metido ahí en un valle apartado de la carretera pero es fantástico. Y diferente, por el paisaje y por las gentes, por la forma de vida».

Y recuerda Paco una anécdota, o no tanto, que define al valle. «En la lucha siempre fuimos una potencia pero estaba el valle por encima de los nombres. Había muy buenos luchadores pero llegaban todos juntos a los corros, muchas veces en una camioneta, y decían ahí están los de Reyero... Y los luchadores antiguos muchas veces cuentan que estábamos allí cuando llegaron los de Reyero». Todos, un grupo siempre muy unido.

Y no podía faltar en ese recuerdo uno de los personajes irrepetibles, también luchador pero más recordado como paisano, Baudilio Alonso, de Viego, como Paco. «Era un fenómeno absoluto, protagonizaba una anécdota cada medio minuto con su agilidad mental y su forma de vivir».

- Domesticaba a todos los animales.
- A todos. Los perros ya por demás, pero también a las gallinas e incluso al gocho. Un año lo llevó andando al banco para la matanza y después le dio tanta pena que se puso a llorar y marchó...

Cosas del valle de Reyero, el valle de Paco... el de Viego.

De los Alonso de toda la vida.
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