Los personajes del tío Ful: Onofre Villa, 45 años de camarero en el Café Gijón

Con 16 hermanos se fue a Madrid siendo un niño, trabajó en un hotel, se fue a Estados Unidos y después al mítico Café Gijón donde lo fue todo, amigo personal de Umbral. Regresa a casa

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
14/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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La noche que llegué al café Gijón conocí a Onofre: Paco Umbral». Esta frase aparecía en las etiquetas del vino ‘personalizado’ que se servía en el mítico Café Gijón de Madrid, el de los artistas y escritores de todo el país que pasaban por sus mesas, del citado Umbral a Buero Vallejo, el Fernando Fernán Gómez de difícil carácter, el singular Paco Rabal, Pérez Reverte, Manuel Vicent, Raúl del Pozo, Pitita Ridruejo...

Pero el leonés Onofre Villa, el Onofre de las etiquetas, el mismo que aparecía con frecuencia en las columnas de Paco Umbral recordando que le había llevado tomates y lechugas de Boñar, añade otros muchos nombres a los recuerdos del Café Gijón, que llegan incluso a Sofía Loren, Ava Gardner... porque «por allí pasaba todo el mundo del arte».

Y es que Onofre Villa lo fue todo en el Café Gijón, entró de camarero y acabó de maître. «Yo allí era una especie de Lucio... pero sin poder». Fueron 45 los años que en este histórico café trabajó este leonés de Boñar, que ha regresado a su tierra y a quien le gusta recordar que antes de ‘los oropeles’ del Café Gijón hay una larga batalla de un emigrante, como tantos otros en aquellos años «tan jodidos».

- Era casi un niño cuando marché a trabajar para Madrid, a un hotel, primero de mozo de maletas, después de mozo de ascensor, antes de marchar para Estados Unidos, de donde volví muy pronto porque no me gustó nada aquel país, ni aquella cultura.

Cuenta Villa que nació en una familia de 16 hermanos, «algunos murieron muy pronto», y antes de irse a Madrid «ya había trabajado como se hacía entonces, cuidando el ganado o en lo que fuera, ayudando en casa, que había muchos aprietos».

Ha regresado a casa, a Boñar, anda de obras y dice ser feliz aquí, paseando, andando por el campo «porque la gente somos cada día más raros», y recordando anécdotas de todos aquellos habitantes del café Gijón, con algunos es casi cruel –como con Cela– y por otros no esconde la admiración que acabó en amistad.

- Pero Umbral no hablaba bien de los de León, excepto de ti y tus hortalizas.

- Paco siempre estuvo frente a los poderosos.
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