Los personajes del tío Ful: Felisa González Lanza

En cada pueblo siempre hay una casa con la puerta abierta, en las casas de las puertas abiertas siempre hay una mujer buena con un café y una pasta, como Felisa en Manzaneda

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
09/12/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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La puerta está abierta, la cocina prendida, huele a café y no faltan unas pastas caseras. Hay un almanaque, leña en el portalón, suena la radio como telón de fondo y se cuela Radio María...

- Me dijeron que en esta casa la puerta siempre está abierta.
- Abierta está.
- Y que no falta café.
- ¿Solo o con leche?
- ¿No pregunta quiénes somos?
- Si os mandan aquí nada malo traéis.

Felisa es así. La puerta de su casa de Manzaneda está abierta, y el corazón. Cuando alguien lo necesitó allí encontró un hogar, los meses que hizo falta. «Si se puede ayudar lo mejor que se puede hacer es ayudar».

Se acaba de jubilar y es una mujer feliz porque sigue sin tener tiempo para nada, siempre hay algo que hacer, «aunque sea parlar en un banco en la acera cuando hace bueno y si no aquí en la cocina». Huele a hogar.

Felisa siempre trabajó en supermercados, bueno, «primero fue en una Cooperativa, que no es lo mismo pero parecido». Después llegaron las grandes cadenas y estuvo en varios.

Primero bajaba en bicicleta, «para ahorrar», que había que sacar adelante a dos hijos y vaya si los sacó. Pregúntaselo a ellos y verás en sus ojos el orgullo de ser hijos de Felisa, la de la puerta abierta.

También fue una de las primeras conductoras habituales del valle del Torío, pero no de las de no saber lo que hay debajo del capó. Su Dyanne 6 LE-8999-D y después el Polo fueron famosos en la comarca. «Los coches no los tocó ningún mecánico, se lo hacía yo todo, y andaba con el tractor de mis hermanos... Me encanta».

«Prefiere que le regales un martillo que una pulsera», dice su hijo.
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