Los personajes del tío Ful: Ana, panadera e informática

Creció en medio de ese olor único de las panaderías, la de sus padres, de su abuelo... y mantiene el espíritu de ese viejo oficio luchando con su ingeniería ya acabada

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
28/03/2020
 Actualizado a 28/03/2020
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No existe olor más agradable y envolvente que el cálido olor de las viejas panaderías de leña. No existe profesión más envolvente y que enganche más que la de panadero cuando has crecido entre hornos, hogazas y roscas. No hay mayor vocación de servicio que la de esos panaderos que cada día llegan hasta el último rincón de la provincia, al pueblo menos habitado, así llueva, nieve o estén los vecinos confinados en sus casas.

- ¿Merece la pena llevar una barra de pan a una vecina que vive sola, en un pueblo alejado?
- No es cuestión de si merece la pena en términos económicos. Una mujer que vive sola en un pueblo, que las hay, seguramente sea cliente de toda la vida y, además, es una persona especial, como si fuera de la casa, casi de la familia.

Quien responde sin dudar es Ana, de la última generación que se ha incorporado a la Panadería Robles de Santa Lucía, la misma que llevan aún sus padres, que llevaron los padres de sus padres y hasta los abuelos. «De toda la vida, en la parte vieja de la panadería crecí y claro que te marca».

Ana ha estudiado Ingeniería Informática, también Inglés... pero sigue repartiendo pan con su furgoneta. Trabaja todas las vacaciones, cubre los descansos de los compañeros de las ocho lineas que desde Santa Lucía cubren prácticamente toda la montaña y una de ellas incluso pasa el puerto. «Sí, repartimos hasta Mieres y por todos esos pueblos del Puerto de Pajares».

- ¿Y el trabajo fin de carrera?
- Ahí andamos, sin demasiado agobio pues tampoco quiero dejar de trabajar, tienes razón que engancha.
- ¿El inglés?
- Bueno, cuando por el verano aparece algún turista pues le entiendes... es broma, ya sabes que hoy el inglés se hace muy necesario en tantas cosas.
- Y en esta crisis ¿pensásteis en bajar la trapa?
- Tampoco nos planteamos ni por un segundo cerrar o no repartir. Si no llega el panadero es el fin... imposible, hay que ir.
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