Los nombres de nuestras calles

Juan Carlos Ponga Mayo
26/03/2021
 Actualizado a 26/03/2021
Los nombres de nuestras ciudades están planteando en los últimos tiempos un fuerte debate sobre si se deben de mantener algunos de los que se pusieron durante el franquismo, exaltando con ello a figuras nada honorables, o si se deben de cambiar unos y no otros.

En mi opinión, nadie que no se considere una persona digna de tal honra debe tener dicha distinción, sin diferencias por razón de sexo, raza y creencias.

No hay ninguna norma establecida para que se otorgue nombre a una calle de la ciudad. A lo largo de los años las diversas corporaciones han dado a las calles los nombres que han considerado oportunos, muchas veces sin justificación clara.

En las poblaciones pequeñas encontramos, normalmente, que las calles suelen responder a lo que podríamos denominar un sentido lógico. Si una calle se llama: de la Iglesia, siguiéndola llegamos a Iglesia; lo mismo si se denomina: de la fuente. En nuestras ciudades podemos ver que hay calles que responden o respondían a esa misma lógica. Así tenemos que en el siglo XIX una parte de la calle Ancha se llamara de la Catedral y algunas plazas aún llevan el nombre del edificio, generalmente religioso, que se encuentra en la misma: plaza de san Isidoro, plaza de S. Marcos, cuesta de las Carbajalas.

Muchas de las calles históricas suelen tener nombres con relación a los oficios, a los comercios o a sus vecinos. Así tenemos: Azabachería, Herreros, Zapaterías, … y hemos perdido Canóniga Vieja, Canóniga Nueva y Ferrería de la Cruz, entre otras. En épocas más recientes la actual avd. de Roma se llamó calle de México porque la mayor parte de las casas las promovían leoneses que habían hecho dinero en México.

En el siglo XIX se empezaron a cambiar los nombres de algunas de las calles del casco histórico para renombrar con ellas a algunas personalidades que se habían distinguido en la ciudad como López Castrillón, Dámaso Merino, conde de Rebolledo o Gabriel Fernández Cadórniga, éste último al senador que consiguió para León una de las primeras Escuelas Normales de Magisterio de mujeres de España.

Todo lo anterior parece responder a cierta lógica, como dar nombre a personas vinculadas con los valores ciudadanos como la calle de Pablo Flórez, por donar a la ciudad un asilo de ancianos o la de Sierra Pambley, por su labor en favor de la enseñanza.

Sin embargo, actualmente, hay un cierto desorden. Empecemos por los reyes del reino de León, a los que tantas referencias se hacen en los últimos años. Tenemos una calleja del casco histórico dedicada a Ordoño IV el Malo, y no existe en la ciudad una calle dedicada a Alfonso VII el Emperador; reyes como Ramiro II o Ramiro III la tienen en el Ensanche y en el casco histórico respectivamente y las reinas Urraca y Sancha están en el barrio del Crucero-la Sal. Por otro lado, en cuanto a ensalzar a figuras de nuestra literatura, nos encontramos con una calle importante del Ensanche dedicada al literato Lope de Vega, pero Calderón de la Barca, que no la tienee. Por su parte Cervantes y Quevedo si y Góngora no. Además, se han honrado con calles a Valencia de D. Juan, Murias de Paredes o Villafranca del Bierzo, sin embargo, no tienen Ponferrada o La Bañeza; esta localidad la tuvo, pero se la quitaron.

Si vamos a profesionales con vinculación a León, nos encontramos con una calle dedicada en el Ensanche al arquitecto Torbado (no se sabe si al padre, al hijo o a los dos) mientras que, a Manuel de Cárdenas, arquitecto con importante obra en la ciudad, se le relega a un callejón en el barrio de San Esteban y no digamos la calle dada a Antoni Gaudí en Cantamilanos o la que tiene Juan del Ribero Rada, el gran arquitecto del siglo XVI.

A modo de ejemplo, de una denominación extraña, tenemos las calles del Cardenal Landázuri y de Ana Mogas. Que yo sepa estas personas no tienen ni han tenido relación con la ciudad.

A pesar de todo lo anterior considero que esto ya no tiene remedio, pues no es plan de cambiar los nombres de todas las calles, para poner algo de orden, porque eso sería un desastre, pero habrá que reconocerlo y si iniciamos algún cambio para eliminar los nombres de algunas calles, propongo estos criterios.

- Es necesario un acuerdo en cómo han de ser las placas, pues tenernos ocho tipos distintos; decidamos una que no se modifique cada vez que cambia la corporación

- Acordemos si las placas llevan el determinativo (Calle de ...) o no, pero en todas.

- Que se decida si se incluye el nombre completo, sin eliminar apellidos o nombres, (Gabriel Fernández Cadórniga o Ramiro Fernández Balbuena, por ejemplo)

- Ya que las plazas informativas que Luis Pastrana, cronista de la ciudad, inició no han tenido continuación, y algunas han desaparecido, es necesario que se ponga la profesión o distinción de la persona, pero a todas no como hasta ahora.

- Hay que acordar donde se ponen las placas si en los extremos de la calle, en los cruces, en un lado, en los dos… y mantenerlo siempre.

Estos apuntes están escritos y se exponen con la mejor voluntad, en aras de la una mejor organización de la ciudad.
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