Los mal MIRados

24/05/2022
 Actualizado a 24/05/2022
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Siete plazas ofertadas en el Bierzo para ultimar la formación en medicina de otros tantos candidatos y se cubre una, cómo se llama la película. Los mal MIRados. Ya sé que con este semichiste no me gano el trendding topic de ninguna red, pero es mejor la carcajada, porque esto da para muchos lamentos. Dan ganas de llorar cuando alguien desvela que cardiología, con siete profesionales asignados, tiene que echar mano de medicina interna porque se ha quedado con uno y hay corazones que necesitan que se les eche una mano. Y vuelven a publicarse las listas de espera quirúrgicas. Otra de pañuelos. Y radioterapia, el rayo que no cesa para una administración que se rasca mucho todo. Será la sarna o la tiña o qué se yo, si no soy médica y para siete plazas destinadas a serlo, se cubre una. Poca ayuda voy a tener para definir lo que le pasa a la Junta para querernos tan poco. No somos malos, somos rurales, eso sí, con la honra que da la boina y la cachaba. Tenemos pueblo y eso les duele. Pero de dolor no hablemos que no hay MIR que lo esquive. Seguimos siendo la mancha fea de una comunidad que no es capaz de hacerse atractiva ni para los que aún tienen la ilusión de aprender. Y no tiene que ver con cruzar los dedos o con energías contrarias…No es que seamos gafes o más feos que los de Burgos. Porque las plazas no se escogen por el atractivo…uy, releo, no por ese atractivo, pero sí por el que se le pone a los apellidos. Una plaza en sí no habla, como los perros, pero se hace entender y hay que mimarla. Una plaza debe tener su contrato digno, formal, exquisito en sueldo, poniendo en valor que quien la escoja deja de lado la posibilidad de formarse en especialidades que no existen. Tiene que hacer valer la condición de universitario de un centro hospitalario que lleva dos décadas de servicios perdidos. Tiene que, debe tener, sería condición…y de todo, lo que quedan, son verbos vacíos. Nada. Lo que hay es médicos en capilla que se examinan, aprueban y prefieren perder ese aprobado para volver a probar suerte. Les ha tocado la peor carta y, como en los juegos de tapete, prefieren no ir. A ver si para la próxima partida –y aquí si que es ya cosa de fortuna- no pintan bastos.
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