18/01/2020
 Actualizado a 18/01/2020
Guardar
Este largo y frío enero es sólo el preludio de un año cuyo nombre evoca a la vez felicidad y nostalgia de otros 20 que se creyeron felices a pesar de soportar a sus espaldas el dolor de la gran guerra y un espantoso crac. Los ‘felices 20’, sin embargo, nacieron para cantar la vida. Nos regalaron la estética ‘flapper’ a ritmo de charleston, el tango, la pintura de Dalí y la de Modigliani, el furor de las vanguardias, la poesía de la Generación del 27, el cine de Buñuel. ¡El jazz! Chaplin y por supuesto, llegó para quedarse Mickey Mouse, un ratón contemporáneo a las líneas trazadas por Le Corbusier, la elegancia sin fin de Coco Chanel, el París más bohemio de la historia en el que convivieron Hemingway y los Fitzgerald… Los felices y generosos 20 también nos dejaron el cine de Fritz Lang, el Ulises de Joyce condecorado por la voz de Libertad Lamarque desde el otro lado del mundo; todos ellos compartieron década mientras en Londres se reunía el Grupo de Bloomsbury, esa sociedad secreta de Apóstoles de Cambridge en la que florecería el talento de Virginia Woolf. Una década cuyo impacto aún reverbera en los cristales del arte y la literatura.

No sabremos nunca, al menos los que estamos aquí hoy, si estos nuevos 20 serán tan ricos en ideas y espíritu como sus predecesores. Afortunadamente no cargamos a nuestras espaldas el sabor amargo de terribles posguerras, pero vivimos en un mundo más deshumanizado cuyos preparados individuos se han convertido en seres fácilmente manipulables, paradójicamente, a través de la información. Paseando enero por las calles de sus ciudades se encontrará con seres que se sienten vivos observando pantallas, perdidos ante el semáforo, sumidos en sus propias bifurcaciones. Deberíamos vivir más atentos. Llorar y reír a manos llenas. Arder en la nieve. «El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada», dijo Teillier. Florezcamos.
Lo más leído