Los castros de Posadina y Finolledo

Pasear por Posadina, Valdelaloba, Cubillinos, y los antiguos castros que se asientan sobre las lomas más sobresalientes, es saborear con los sentidos paisajes plácidos de formas redondeadas y espacios adehesados. Las verdes y esmeraldadas praderias que ocupan los fondos de las vallinas, nos traen recuerdos de los rebaños que las pastoreaban en nuestra infancia

Francisco A. Ferrero
05/01/2020
 Actualizado a 05/01/2020
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La ruta comienza al inicio del pueblo de Posadina, dotado de un amplio aparcamiento. Las casas del pueblo se estructuran flanqueando la Calle Real que sigue la dirección N-S terminando en un camino carretero que nos dirige hacia el cautivador pueblo de Pradilla. El bello nombre de Posadina, como Posada del Río, hoy bajo las aguas del embalse de Bárcena, evoca un lugar de paso y alojamiento para caminantes; quizás nombres asociados al paso del cercano Camino Real, que unía Madrid con La Coruña (la antigua NVI), construido a instancias de Carlos III e interrumpida por la construcción del embalse de Bárcena.

Aunque sobre Posadina señalaba el Diccionario Madoz (1850) la existencia de dos iglesias parroquiales, en la actualidad Posadina no posee ninguna. De una de ellas quedan las ruinas en la zona N del pueblo, de la otra, según los vecinos, lo único que queda es la campana mayor que se encuentra en Cubillos del Sil. Hoy, Posadina cuenta con una población de 26 habitantes y pertenece a la Junta Vecinal de Cubillinos- Posadina.

Una vez rebasado el pueblo, nuestro caminar sigue la dirección N sobre el antiguo Camino de Cubillos a Pradilla. A poco más de 1 km de iniciada la andadura giramos a la derecha por un sendero que nos adentra en el Valle de Valverde. Caminamos entre un hermoso sotobosque de encinos hasta alcanzar una fuente a media ladera que los letreros identifican como «lavadero». Desde la fuente, de raquítico manantial, el sendero sigue ascendiendo hasta alcanzar una zona de pinares de repoblación que continua en descenso hasta alcanzar el Castro de Posadina que nos recibe con un montículo de pizarra, que parece de formación reciente, precedida por un foso. Conocido también como Castromocho, la observación visual nos indica que su planta es ovalada con eje mayor siguiendo la dirección E-O, con ligera pendiente hacia el oeste. Toda la superficie del castro está poblada de encinas rastreras lo que impide explorarlo. El arqueólogo Tomás Mañanes,en su consultado libro ‘Arqueología de la cuenca leonesa del río Sil (Laceana, Bierzo y Cabrera)’, señala que es de origen prerromano y que tiene dos fosos que le separan de la montaña, uno de los cuales desaparece al descender el castro.

Abandonamos el castro por su flanco norte, a través de una leve vallina que pudo ser uno de los fosos realizados para delimitar el castro, hoy convertido en un hermoso sendero bajo un dosel arbóreo poblado de retorcidas encinas. A medio camino, el sendero nos saca a un área recreativa puesta en valor por el Ayuntamiento de Cubillos en el año 2017 y que describe la vida en el castro a través de un gran letrero. Abandonamos el lugar por una amplia pista hasta coger de nuevo el camino de Pradilla. Sobre nuestro horizonte ya se observa nuestro siguiente destino: un cerro elevado con silueta en forma de artesa invertida, el castro de Finolledo.

Para subir al castro de Finolledo (El Castro) hay que llegar al cementerio de Pradilla, situado sobre la falda sur de El Castro (a 872 m snm) en un collado natural entre esta cumbre amesetada y el Cerro del Cabañin (821). Frente al cementerio, un camino asciende en dirección N hacia la cumbre de El Castro. Si hemos estado atentos al suelo del camino, habremos observado la presencia de abundante escoria de hierro de mucha densidad. Todo parece indicar que, entre otras actividades, los pobladores del castro se dedicaron a la reducción del mineral de hierro para la fabricación de útiles de trabajo. A un kilómetro escaso del castro, bajo el Cerro del Cabañin y en la cabecera del arroyo de Valdelacueva, se localiza una mina de hierro de muy buena calidad, armando un filón que acompaña a un crestón de cuarcitas que se explotó artesanalmente para abastecer de herramientas al castro.

El castro de Finolledo es de grandes dimensiones y es visible, al igual que elcastro de La Ventosa, desde muchos puntos de la hoya berciana, siendo ya un hito geográfico dentro de la comarca del Bierzo. Esta situado al E del pueblo de Finolledo, sobre un cerro testigo a la cota 872 m snm. La planta es elipsoidal con el eje mayor siguiendo la dirección aproximada N-S. Fue citado por el historiador Gómez Moreno y el Padre César Morán que dice de él: «Al occidente del Sil, en Finulledo, se ve otro altísimo castro en forma de atalaya, desde la que se domina un extenso territorio». Actualmente no se observan restos de murallas, pero Gómez Núñez, en 1908, habla de señales de fortificación. No tiene fosos, dada su propia naturaleza sobreelevada y protegida de manera natural, por lo que no los necesita. Tomás Mañanes describió, al catalogar el castro en los años setenta, construcciones circulares y partes de paredes hallando en la prospección fragmentos de cerámica negra e indicando que se trata de un castro romanizado.

Hoy la superficie del castro está cubierta de una espesa capa de hierba, zarzas, escaramujos y algún árbol solitario, ofreciendo solamente unas magníficas vistas a lo largo de todo su perímetro. Un vecino de Pradilla nos indica que al arar el terreno aparece abundante escoria de hierro. Su basta contemplación nos insinúa lo emocionante que sería excavarlo y ponerlo en valor para revelar secretos de nuestro pasado. Sobre el pidemonte de la cara O del Castro y en los parajes de las barrancas del Cerrro de la Granda y el Alto del Pozo de la Laguna, se observan huellas de erosión del terreno de aspecto artificial, como si hubieran sido labrados por la fuerza erosiva del agua, de modo similar o los métodos usados por el ejército romano para testear el terreno en busca de oro. Aunque, en ocasiones, sobre terrenos blandos arcillosos, las fuertes tormentas producen un efecto similar y pueden dar lugar a confusión. Lo cierto es que el castro romanizado de Finolledo está en el centro de gravedad de las supuestas prospecciones, que incluye también terrenos aledaños a Valdelaloba y en el paraje de El Pradón.

Abandonamos este magnífico asentamiento por un paso abierto en su cara norte hasta alcanzar los solitarios caminos que nos dirigen a Finolledo. Según el libro «Pueblos y ríos bercianos, significado e historia de sus nombres», de Jesús García García, parece que el nombre del pueblo puede derivar del sustantivo latino «foenum=heno», quizás por la abundancia de pastos que hay sobre estos terrenos adehesados, de edad miocena. El diccionario Miñano (1826) dice sobre Finolledo que está situado al pie de una colina que se extiende hacia el oeste. Más adelante, el diccionario Pascual Madoz, en 1850, señala que «está situado en la ladera SO de uno de los castros o fortificaciones romanas que existen en el país. Su clima es bastante sano. Tiene 50 casas cubiertas de paja; iglesia parroquial de Santa Eulalia; buenas y escasas aguas potables y de riego. Se indica que su población está compuesta por 44 vecinos y 179 almas». Hoy cuenta con una población de 18 vecinos y 31 habitantes. Sin embargo, las primeras referencias escritas sobre Finolledo se remontan al siglo X. La iglesia parroquial de Santa Eulalia es originaria del siglo XVIII y fue restaurada en 1990 por los propios vecinos como se señala en la escalera de acceso al campanario. Adyacentes a la iglesia se conservan dos pequeños edificios que conservan inscripciones sobre el dintel de arenisca que se alza sobre las puertas. En una de ellas puede leerse: «AÑO DE 1756 PANERA DEL ALONDIGA HIZOSE», la «alhóndiga» era un edificio público dedicado al depósito de trigo. La iglesia está flanqueda por unos portentosos y viejos olivos de edad, probablemente, centenaria.

Finolledo
es un pueblo compuesto por un conjunto de barrios diseminados por la pendiente entre las cotas 680-755 de la cara E de El Castro. Es un placer caminar entre sus calles abiertas y observar sus antiguos edificios construidos en piedra y madera. Abandonamos Finolledo por la calle La Parte, que nos dirige al cementerio. Unos 130 m antes de alcanzarlo, nos desviamos por una senda que en continuo descenso intercepta la carretera asfaltada que nos acerca a Cubillinos, distante cerca de 0,7 km. Sobre Cubillinos menciona el diccionario Madoz (1850) lo siguiente: «Situado en una pequeña altura. Consta de 16 casas fabricadas de tierra y cubiertas de paja o pizarra ; y una iglesia anejo de Cubillos. El terreno es de buena calidad, y le fertilizan las aguas de un arroyo que se pierde en el río Naraya, y regularmente se seca en el estío. Tiene caminos locales intransitables en tiempo lluvioso por lo pegajoso del terreno. Produce cereales, legumbres de toda clase y algún vino; cria ganado vacuno y lanar; población 13 vecinos, 60 almas». A la fecha de redacción de esta ruta, Cubillinos cuenta con una población de alrededor de media docena de habitantes.

En Cubillinos (Cubillines) nos recibe una pequeña ermita de nueva construcción dedicada a San Esteban. Las casas del pueblo se sitúan flanqueando la carretera que une Finolledo con Cubillos del Sil. La Calle Real tiene casas muy humildes con ropa tendida entre vides emparradas. Nos alejamos del pueblo por una senda hacia el E, a lomos de un camino jalonado de viñas centenarias hasta alcanzar de nuevo Posadina, distante a poco más de 1 km.
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