Londres se reconcilia con Anna Netrebko

La soprano rusa, que había dado plantón a la Royal Opera en 2014 y 2016, protagoniza ‘La forza del destino’, de Verdi, junto a Jonas Kaufmann y que hoy se exhibe en Van Gogh

Javier Heras
02/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
JonasKaufmann y Anna Netrebko en ‘La forza del destino’. |  BILL COOPER
JonasKaufmann y Anna Netrebko en ‘La forza del destino’. | BILL COOPER
Anna Netrebko se lo debía a la Royal Opera. En 2014 y en 2016 canceló dos debuts en Londres, primero el de Fausto y después el de Norma. A la tercera, Covent Garden ha agotado todas las localidades con casi medio año de antelación; la reventa alcanza los 4.000 euros. "Hipoteque su casa y acuda a cualquier precio", exagera un crítico. Las expectativas para ‘La forza del destino’ eran altísimas, pero sin duda se han superado. Es el acontecimiento de la temporada, tal vez de la década.

Por un lado, el teatro ha reunido a un elenco de ensueño. La soprano rusa se estrena en el exigente rol de Leonora, previo a su último gran salto dramático: la Salomé de Strauss. Combina potencia y delicadeza, convincentes graves y credibilidad como actriz. Junto a ella, los mejores del mundo de cada registro: el tenor Jonas Kaufmann (con quien coincide solo en cuatro funciones; la anterior vez juntos aquí fue en 2008); el magnífico bajo Ferruccio Furlanetto; el barítono verdiano por excelencia, el francés Ludovic Tézier, socio habitual del muniqués, como se demuestra en la química y el empaste de sus dúos. Y aún hay más: el robaplanos Corbelli, el veterano Lloyd, que ya hizo del Marqués en 1973…

Cines Van Gogh retransmite ‘La forza del destino’ este martes en directo desde Londres a partir de las 19:15 horas Desde el foso, Antonio Pappano transmite la urgencia y energía del drama, con un control perfecto del tempo y el volumen. En cuanto a la producción de Christof Loy, consigue lo más importante: no molestar. El alemán entiende que hay que dar prioridad al canto, así que no retuerce el argumento ni inventa conceptos como otros escenógrafos. Sí pone el foco en la gente de a pie, hambrienta y herida, que sufre las consecuencias de las guerras que inician los aristócratas. La revista ‘Opernwelt’ lo nombró Director del Año en 2003, 2004 y 2008, y los abonados del Liceu premiaron en 2015 su Arabella. Cines Van Gogh retransmite ‘La forza del destino’ este martes en directo desde Londres a partir de las 19:15 horas.

Este título arrastra un supuesto mal fario, como ‘Macbeth’ en teatro o ‘Supermán’ en cine. Pero carece de fundamento. Es cierto que el estreno se retrasó por enfermedad de la soprano, y que el libretista Piave se quedaría vegetativo poco después. Sin embargo, la ópera triunfó desde la primera noche, y su gestación resultó plácida.

Verdi se había tomado cuatro años de respiro, en los que se dedicó a la política en el parlamento de la recién fundada Italia. Tras la muerte de su amigo Cavour, aceptó una oferta de San Petersburgo. Le daban todas las libertades y un salario con el que pudo reformar su casa. Para el argumento, optó –como en ‘Il Trovatore’– por una tragedia del romanticismo español: ‘Don Álvaro o La fuerza del sino’ (1835), de Ángel Saavedra, Duque de Rivas. Trata de un mestizo inca que, después de asesinar en un accidente fatal al padre de su amada, se refugia en un monasterio… donde se topa con el hermano de ésta, sediento de odio. El libretista, su fiel Francesco Maria Piave (‘Rigoletto’), hizo lo que pudo con la embarullada trama, llena de pasiones desbocadas y calamidades muy del gusto de la época. Añadió alguna escena inolvidable, como la plegaria de Leonora en el clímax. Por su parte, el genio de Busseto (1813-1901) elaboró una partitura impresionante. Desde la obertura, la única de su carrera con entidad de concierto, la orquesta introduce el siniestro motivo musical del destino, que reaparecerá en los momentos decisivos.

En pleno dominio de su arte en 1862, se saltó a la torera muchas reglas clásicas: la música se funde con los diálogos, la acción fluye, el canto es más veraz que melódico… Pero mantuvo su don para las líneas vocales inspiradas, para la caracterización de los personajes y para las escenas de cámara, muy densas. Verdi viajó a Rusia a supervisar los ensayos y al estreno en 1862; hasta lo condecoró el zar Alejandro II. Él no quedó satisfecho y revisó la partitura para La Scala en 1869, cambiando el desenlace. Hoy, no figura entre las favoritas del público –quizá por su duración de ‘grand opéra’ francesa–, pero es una obra maestra de madurez. Y sigue vigente porque no solo trata de un amor fatídico o una venganza, sino de los prejuicios raciales: el Marqués de Calatrava y su hijo Carlos odian a Álvaro por mestizo, pese a sus méritos militares.
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